¡Ya era hora!

¡Ya era hora!

¡Ya era hora! Por fin se les quitó lo pazguato ¿o lo miedoso? Se acabaron los tiempos de apatía y desgana. Ya no habrá más ataques sin respuesta.

 

¿Que de quién hablamos? Pues de los panistas, que por fin despertaron y ahora sí contestaron todas las habladurías, ataques, amenazas, trampas y demás “lindezas” de las que han sido objeto durante este proceso electoral.

 

Y es que por semanas los panistas han guardado un silencio timorato, como si su “estrategia” de campaña fuera el fungir como payaso de las cachetadas.

 

Si el lector sigue de cerca las campañas electorales, observará que Morena y los “combatientes” que ha contratado, toda la semana se la pasan hablando pestes de los candidatos de la coalición Mejor Rumbo para Puebla, especialmente de Eduardo Rivera y Mario Riestra.

 

El lunes, morenistas que ni siquiera son conocidos echan carretadas de lodo. El martes, una señora muy bien vestida, pero quién sabe de dónde vino, habla, acusa y señala sin ton ni son.

 

El miércoles, mini organizaciones “independientes” se solazan acusando a los panistas hasta de que pasó la mosca.

 

El jueves, otra señora, en solitario, saca papeles, fotos y acusa agriamente; poco le falta para hacer señas obscenas.

 

Y para rematar, el domingo, también solo y su alma, como queriendo congraciarse con los candidatos de Morena, sale Enrique Doger para escupir al cielo.

 

Y mientras tanto, los panistas están callados, medrosos, espantadizos, confundidos y torpes.

 

Sin embargo, algo sucedió, alguien llegó y les picó el… amor propio, y los panistas tomaron los escudos y las armas, se decidieron defender lo suyo y salieron a combatir, como antaño lo hacían, como cuando peleaban a brazo partido por sus ideales, al grado de que eran tachados de fundamentalistas.

 

Ayer, salieron a revirar los infundios, acusaron la intromisión de autoridades estatales en el proceso electoral, señalaron la mala acción de un sujeto impresentable y mostraron su preocupación por que lo que resta de las campañas y en las elecciones se desate aún más la violencia.

 

Esta vez los panistas no se anduvieron con evasivas para acusar las prácticas antidemocráticas. Se comportaron como lo debe hacer un partido político, asumieron una posición combativa, adquirieron nuevamente la imagen que un elector quiere ver en un partido y sus candidatos: enérgica y guerrera.

 

Esperemos, por el bien de ellos, que sigan con ese ímpetu y que ese espíritu guerrero no lo traspasen a sus vocer@s, que a nadie espantan.