Políticos y medios se olvidan del estado laico en visita papal

Políticos y medios se olvidan del estado laico en visita papal

Foto: Xinhua

Decenas de horas de programación en la televisión abierta, un recibimiento superior al que se le da a un jefe de estado y la entrega de las llaves de la ciudad a un líder religioso: el estado laico fue olvidado por políticos de todos los partidos en la pasada visita del papa Francisco a México.

 

A pesar que desde la reforma juarista en el país están reconocidas todas las religiones y por lo tanto no hay una creencia oficial para los mexicanos, el recibimiento dado por el presidente Enrique Peña Nieto al jefe de la jerarquía católica fue mucho más allá de lo que sería normal para cualquier jefe de estado.

 

Es decir, ni Peña Nieto ha rendido tantos honores al presidente de una nación –esto incluye a Barack Obama, el mandatario del país más poderoso del mundo– ni tampoco ha recibido con tanta pomposidad al líder de cualquier otra religión, así sea el Dalai Lama o el dirigente de cualquier agrupación evangélica.

 

Pero las deferencias que tuvo la Presidencia de México con Jorge Mario Bergoglio –la página oficial de la presidencia se pintó con los colores de El Vaticano, la esposa del presidente encabezó un coro para dar la bienvenida al religioso– fueron pequeñas en comparación con lo que hicieron algunos políticos, a quienes se les olvidó de plano que la ley en México prohíbe a los gobernantes tomar partido por religión alguna.

 

Es el caso de Manuel Velasco, gobernador de Chiapas, quien desde el primer día de la visita papal se convirtió en el centro de la crítica por el especial recibimiento que le dio a Bergoglio. El político, gobernante de uno de los estados más pobres de la república, donde el número de católicos va en franca decadencia, recibió al papa con un beso en el anillo pastoral, símbolo de sumisión por parte del Estado hacia la iglesia.

 

Otros políticos como Silvano Aureoles, gobernador del estado de Michoacán, también se olvidaron de la laicidad al contratar anuncios publicitarios en los que daban la bienvenida al pontífice a nombre del gobierno y de los ciudadanos de su estado. El gasto en esta promoción ha sido sumamente criticado, ya que ni el religioso pudo ver estos anuncios ni estos contribuyeron en nada al desarrollo de la entidad.

 

Pero el estado laico no solo se les olvidó a los gobernantes, sino también a los medios de comunicación, especialmente los consorcios televisivos, los cuales suspendieron prácticamente su programación normal y transmitieron en directo una cobertura especial para la visita del papa, que incluyó por supuesto todas las actividades religiosas –misas, oraciones y encuentros con jerarcas–que llevó a cabo Francisco en su visita por México.

 

Así, la cobertura de un jefe de estado pasó a ser la cobertura de un líder religioso, que en visita pastoral desarrolló actividades para la grey católica, bajo el argumento de que más del 80 % de la población en México profesa o dice profesar esa fe, sin considerar al otro casi 20 % que, o bien pertenece a otra religión o bien no tiene preferencia por credo alguno.

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