El cerro de Amalucan, lugar siniestro donde practican la brujería

El cerro de Amalucan, lugar siniestro donde practican la brujería

Foto: Enfoque

Es un lugar siniestro y otrora peligroso, frecuentado por toda clase de delincuentes y personas de mal que acuden en la oscuridad de la noche con intenciones inconfesables. Se trata del cerro de Amalucan, espacio verde cercano a la colonia del mismo nombre, en el oriente de Puebla.

 

Este cerro esconde en realidad unas ruinas prehispánicas que no han sido destapadas por falta de presupuesto. El abandono que sufrió durante años lo convirtieron en un lugar lúgubre y solitario, propio para cometer delitos. Durante los años noventa y principios de este siglo, los deportistas que acostumbraban correr por el cerro en las mañanas reportaron ser víctimas de asaltos.

 

Pero por las noches, mientras la oscuridad volvía impenetrable el bosque que hay en el cerro, algunas personas se aprovecharon para prácticas de brujería, algunas de la má pura magia negra. Caminantes que paseaban por el cerro a la luz del día relataron encontrar restos de fogatas, veladoras, cruces invertidas y muñecos vudú, todos propios de la hechicería.

 

“Iba para una fiesta de disfraces, entonces iba disfrazado del joven manos de tijeras. Le dije al chofer del taxi que no se fuera a espantar porque estaba disfrazado y me dijo que no me preocupara, que él también trabajaba de eso. Yo pensé, pues ha de ser payaso, pero en realidad me confesó que era brujo, que se dedicaba a hacer el mal a las personas”, relata Jacinto, joven de 29 años que vivió una experiencia desagradable.

 

De acuerdo con las palabras de ese chofer de taxi, el cerro de Amalucan es socorrido por personas que se dedican a negociar con las intenciones de la gente: supuestos brujos o hechiceros, personas que tienen como forma de vida la adivinación y la “magia” han utilizado el cerro para hacer rituales. Según este “brujo”, el sitio cuenta con las energías propicias para hacer el mal a alguien.

 

“Me dijo que a él de taxista no le iba muy bien, que lo que ganaba en el taxi era casi casi sus cambios, que a él lo que de verdad le dejaba era la brujería y que cobraba miles de pesos por hacer un daño. Él se encargaba supuestamente de provocarles enfermedades a la gente y cosas espantosas. Desgracias, pues. Y me dijo que se iba al cerro porque ahí nadie le interfería: ‘en la ciudad con una pinche persona que esté rezando ya con eso no puedo hacer mi brujería’, me dijo; y que por eso se iba al cerro”, recuerda el en ese entonces estudiante.

 

En el cerro de Amalucan se han dado también toda clase de avistamientos: niñas solitarias que deambulan a altas horas de la noche, sonidos y gruñidos, gritos que supuestamente son de “La Llorona”, además de suicidios, muchos suicidios de poblanos que desesperados, han decidido terminar con su vida y recurren al cerro para colgarse de un árbol.

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