Los últimos días de Casa Puebla

Los últimos días de Casa Puebla

Foto: Ángel Trinidad

Casa Puebla vive sus últimos días como la conocemos, como la ostentosa casa en Los Fuertes por la que han desfilado y habitado, gobernadores del estado, todos ellos agregándole algo más hasta hacerla la majestuosa residencia que a en los siguientes meses será edificio público al albergar el Instituto Estatal de los Pueblos Originarios.

 

Desde finales de los años 70, ha tenido en su interior a los gobernadores de Puebla; sin embargo, sus mejores años de residencia de lujo ya están por acabar.

 

El primer clavo en el ataúd de la que se decía “Casa de todos los Poblanos”, pero que no era abierta al público, se dio este jueves con la llegada de la Escuela Canina para el Sistema Estatal DIF.

 

Lo que eran las canchas deportivas y la explanada que hacía la labor de base del helicóptero Augusta son ahora campos de entrenamiento y convivencia entre niños con discapacidad y jóvenes de ambientes familiares violentos con perros perfectamente adiestrados.

 

Esto gracias a que el gobernador interino, Guillermo Pacheco Pulido, anunció desde el inicio de su gestión en enero pasado que no viviría en Casa Puebla.

 

El ahora gobernador electo Miguel Barbosa desde campaña anunció que no ocuparía esta casa y sería sede de un instituto para reconocer a los pueblos indígenas en Puebla.

 

Casa Puebla será, pues, una historia de la vida política de Puebla en el auge y ocaso del PRI y del nacimiento, auge y ocaso del PAN. Todo esto ocurrido en apenas 40 años.

 

Sus largos jardines, zona boscosa, canchas deportivas, casa, anexo, salones, fuentes, estacionamiento, alberca, casa de huéspedes y hasta el codiciado gimnasio, todo ello pasará a ser público.

 

Desde su construcción, fue conocida como Casa de los Claveles, en sátira por todo el dinero que se “clavaron” en su construcción.

 

Historia de una Casa sin Puebla

 

El inmueble de Los Fuertes tuvo su primera construcción, su primera casa gracias al ingeniero Carlos I. Betancourt, quien arrancó con el desarrollo de la casa desde antes que ocupara la gubernatura de Puebla en los años 40. Al término de su gestión, el Congreso del Estado le regaló el inmueble, pero nunca lo ocupó, pues vivió en la Ciudad de México apenas concluyó su periodo en 1951.

 

Desde ahí, una hilera de nueve gobernadores que desfilaron en el poder ejecutivo durante apenas 24 años no tuvo su residencia propia costeada por el estado como sí los ocho que le siguieron.

 

Alfredo Toxqui Fernández de Lara, gobernador entre 1975 y 1981, fue el primer gobernador que tuvo Casa Puebla, que no habitó, pero de la que sí dispuso para visitas oficiales y para residencia de distinguidos visitantes. Incluso fue ofrecida al papa Juan Pablo II en su primera vista a México, pero solo fue usada por cardenales.

 

El inmueble con el número 110 de la Calzada de Los Fuertes fue adquirido por el estado en 1977 e inaugurado el 15 de enero de 1978. Toxqui Fernández mandó a construir el anexo con sus oficinas, salas de juntas y salones privados.

 

Guillermo Jiménez Morales tuvo a bien gestionar con el gobierno federal la cesión de la zona de Los Fuertes para ampliar la casa. Él incluyó salones de juegos, una cava y hasta puso un salón para jugar billar y una alberca.

 

Mariano Piña Olaya la llenó de obras de arte y piezas arqueológicas que, dicen, estaban dentro del catálogo del INAH. También remodeló la casa para que tuviera un estilo mexicano, pues tenía hasta antes un estilo californiano.

 

Manuel Bartlett fue quien puso el helipuerto, pero no hizo modificaciones generales a la casa. Lo mismo que Melquiades Morales, quien ocupó la casa sin hacer adecuaciones.

 

Mario Marín, luego de 12 años, mandó a construir la cancha de pasto para jugar futbol, que ahora sirve como zona de entrenamiento para perros del Sistema Estatal DIF.

 

Rafael Moreno Valle remodeló la palapa, la alberca, agrandó la casa de huéspedes y nueva cancha de tenis. La oficina principal del gobernador fue agrandada y mejorada, además de integrarle comunicación y vista a la casa principal.

 

Con Antonio Gali, se supo que mejoró la decoración, pero no hubo grandes arreglos ni remodelaciones.

 

La extinta Martha Erika Alonso, que ocupó la gubernatura 10 días únicamente antes de morir en un accidente aéreo, estaba en marcha para ocupar la casa en tanto concretara su mudanza.

 

A su llegada, Guillermo Pacheco Pulido cerró las puertas y aclaró que la casa no sería usada por él, su esposa o demás integrantes de su familia.

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