“Moches” en el futbol mexicano, una práctica “normal”

“Moches” en el futbol mexicano, una práctica “normal”

Foto: Ángel Trinidad

Este fin de semana salieron a la luz unos audios en los que quedan en evidencia presuntos actos de corrupción por parte del que hasta el domingo era el entrenador del Atlético de San Luis, Gustavo Matosas, en su paso como entrenador del León.

 

Palabras más, palabras menos, Gustavo Matosas al parecer recibió un jugoso porcentaje por la llegada del argentino Matías Britos a los Panzas Verdes, una acción que no es nada nueva en el futbol mexicano, pues los “moches” son “normales” en nuestro futbol.

 

Casos como el de Matosas hay varios, basta recordar lo sucedido con el uruguayo Walter Gargano en su paso por Rayados de Monterrey, donde se lanzó contra el entrenador Antonio Mohamed por el tema de los “moches”.

 

Gargano señaló que hay algunos entrenadores (Mohamed) que fungen como representantes y se quedan con dinero, además de asegurar que el estratega pedía dinero para que los jugadores participaran en el equipo.

 

Las cosas no pasaron a mayores debido a que no se presentaron pruebas contundentes, además de que Mohamed amenazó con demandar al jugador charrúa.

 

Hugo Sánchez estuvo envuelto en una polémica similar en su paso como entrenador de Pumas, pues fue acusado por su sobrino, Horacio Sánchez, de pedir dinero a cambio de que los jugadores tuvieran actividad con el primer equipo.

 

Horacio Sánchez afirmó que “Hugol” hacía el negocio a través de su auxiliar Sergio Egea. En respuesta, el “Pentapichichi” dijo que todo se debía a un problema familiar con su sobrino.

 

En Puebla, se han presentado infinidad de casos, pero el que más se recuerda es el de Fernando Fernández, hijo del exentrenador de la Franja, Hugo Fernández.

 

En 2012, Fernando Fernández era el director de Fuerzas Básicas del Puebla, mientras su padre era presidente deportivo de los camoteros. Un audio de un jugador juvenil reveló que Fernández hacía negocio con los jugadores juveniles.

 

Se mencionaba que Fernando Fernández cobraba una cuota para que los juveniles pudieran entrar a las fuerzas básicas de la Franja y luego les retenía sus papeles si no accedían a sus peticiones. Al paso de unos meses, tanto Fernando como su padre Hugo salieron de la institución.

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