Sororidad o alcahuetería

Sororidad o alcahuetería

La sororidad “se refiere a la hermandad entre mujeres con respecto a las cuestiones sociales de género. Sororidad es un término derivado del latín soror que significa hermana”. Y la alcahuetería es: Modo de actuar o comportarse el alcahuete. Acción de ocultar o encubrir a una persona para que haga lo que no quiere que se sepa. Treta de que se sirve una persona para engañar o seducir. Acción propia del que encubre o facilita una relación amorosa que se considera ilícita y que no puede conocerse públicamente.

 

Aclarados los términos, sorprende sobremanera la reacción de organismos que hablan a nombre de las feministas –cualquier cosa que esto sea ya que existen  liberales, socialdemócratas, socialistas y comunistas–, en lugar de hacerlo a nombre del grupo, para cerrar filas con la justificación y defensa de Laura Karen Espíndola, una madre de familia de tres hijos y 30 años de edad quien para disponer de más tiempo para la parranda, engañó a su madre con un mensaje vía WhatsApp antes de las 21 horas del martes 3 para informarle que el chofer de un taxi que abordó en la estación General Anaya del Metro se veía sospechoso. Su mamá le respondió que bajara del vehículo, pero ya no recibió respuesta ni se supo nada de Laura, quien reapareció minutos antes del mediodía del miércoles sana y salva, pero con una severa resaca.

 

Como normal es que hombres y mujeres se vayan de parranda, mas no lo es que accionen todas las alarmas de su familia, amigos, redes sociales y de las autoridades capitalinas en la búsqueda de una presunta secuestrada.

 

Después de tal despropósito, Espíndola Fabián denunció la intromisión en su vida privada porque Imagen Noticias, según ella fuentes ministeriales capitalinas, dieron a conocer un video que la ubica en el restaurante-bar con razón social Kali, ubicado en Villa Coapa, cercano al domicilio de sus padres, en el que se observa a Laura Karen, donde permaneció desde las 16:30 de la tarde del martes hasta las 2:30 de la madrugada del miércoles.

 

Si una decisión personal de mentir a familiares pone en movimiento a un conjunto de componentes del espacio público –redes sociales, medios de comunicación y autoridades capitalinas como en pocas ocasiones y en un contexto de aguda violencia feminicida–, lo que comenzó como asunto privado pasó al espacio público.

 

Y los que perciben engaño e irresponsabilidad que obligó a desviar recursos y energías públicos y privados y que quizás no se emplearon para salvar con vida a Cyntia Gabriela el mismo día pero en otra zona de la capital, tienen derecho a expresarlo en redes sociales, seguramente sin linchamientos, como dice Inmujeres “para no revictimizarla”.

 

Correcto, pero quién resarcirá a los que se movilizaron con este engaño. Y lo más lamentable, el daño generado en la credibilidad ciudadana que podría incidir en la no respuesta oportuna ante próximos avisos de alarma frente a las agresiones a mujeres.

 

Los organismos feministas, el movimiento diverso, requieren reflexionar más sobre la eficacia de sus luchas y menos en justificar los desmanes vandálicos –“El hartazgo por la violencia. La ira femenina”, lo llama Proceso–, tampoco las conductas irresponsables de mujeres que alejan la solidaridad de muchos, la sororidad y el activismo de muchas para frenar la violencia feminicida, un gravísimo problema para la sociedad y las autoridades.

 

Allí está el espléndido movimiento de las universitarias de Guanajuato, apoyado por sus compañeros, sin los exclusivismos torpes de las marchas en la Ciudad de México, por el feminicidio de la estudiante Ana Daniela Vega González. Y también el muy exitoso performance Un violador en tu camino, de Las Tesis, colectivo artístico de Chile, que involucra a mexicanas de casi todas las edades.