Tecolutla, turismo económico en el Golfo de México

Tecolutla, turismo económico en el Golfo de México

Foto: Héctor Trejo S.

La carretera ha sido muy benévola, pocos baches, aunque se trata de una pista, es decir un camino de cuota, pero que resulta muy bueno para ser tan transitado. Primero salimos al Circuito Exterior Mexiquense, el principal punto de conflicto vial y luego ya fueron entronques. Nos dirigimos al Puerto de Tuxpan y unos kilómetros antes giramos a la derecha para encontrar el camino que nos llevara hasta Tecolutla.

 

El viaje tempranero es siempre una opción necesaria, pues más allá del pesar de tener que levantarse muy temprano, permite al conductor y la copiloto evitar los intensos rayos del sol, que en al trayecto son siempre fastidiosos y hasta nocivos, acelerando el cansancio, la sed y el hambre de los viajeros.

 

Pasamos rápidamente la zona de las Pirámides de Teotihuacán y conectamos con la carretera mencionada, aún está un poco oscuro, pero eso era parte del plan, llegar a la playa al filo de las 10:30 de la mañana, luego de poquito más de cuatro horas de viaje, partiendo de la Ciudad de México.

 

Años sin visitar el destino, me tiene muy sorprendido, porque además de las buenas condiciones del asfalto por donde transitamos, las ciudades por donde hemos pasado han cambiado mucho, todo está más ‘moderno’. Llegamos a la desviación a Tuxpan, sobre la carretera Veracruz-Álamo y el calorcito ya invade nuestro auto, pero no viene solo, llegó con un golpe de humedad que nos indica que estamos muy cerca del mar, lo cual nos entusiasma bastante.

 

Llegando a la calle Murillo Vidal, que es la entrada a la ciudad de Gutiérrez Zamora y el último tramo de nuestro viaje para llegar a Tecolutla, nos detenemos en la gasolinera para cargar combustible y comprar unas bebidas que nos permitan acompañar nuestro desayuno, unas tortitas de jamón con queso y frijolitos, con sus respectivas rajitas en vinagre, el desayuno de casi siempre que salimos de viaje, práctico, económico y fácil de llevar.

 

Luego del regenerador desayuno, avanzamos 15 minutos más hasta nuestro destino, el Hotel Real Quijote, una posada perfectamente limpia, un poco distante del centro de la ciudad, que nos permitirá estár tranquilos y sin tanto ajetreo en la playa, pues estas vacaciones son para relajarnos en extremo.

 

Luego de un baño, el sonido de las olas rompiendo en la playa nos exige brindar nuestros respetos a Poseidón, para que siga impulsando las olas con la misma cadencia y nos refresquen de vez en vez en la palapa donde estemos sentados disfrutando del delicioso clima.

 

Encontramos una palapa muy tranquila a unos pasos del hotel, con solo 3 personas que parecen estar en el mismo canal que nosotros, sentados relajándose y a gran distancia del ajetreo.

 

Pedimos dos mojitos para acompañar los camarones en brocheta que vienen a vendernos, los incansables pregoneros de la playa. Desde muy lejos se escuchaban los gritos armónicos de la señora que difundía la venta de sus brochetas al son de “brochetas de camarón fresco ¿cuántas brochetas?”

 

Karina pide su brocheta y yo la mía, listos para enfrentar el resto de la mañana, porque el mar y un rico camastro nos tienen prisioneros, el mar con su deliciosa brisa y fresca agua y el camastro con la sutileza de su magia que nos relaja cada vez más.

 

Estamos en el Golfo de México y como en todas las playas es necesario darse un chapuzón para luego ponerse un poco de bloqueador y seguir disfrutando de este sol marino que tanto nos gusta.

 

La zona de playa en la que nos encontramos no está muy concurrida, porque estamos un poco lejos del centro, sin embargo, pasan muchos turistas que caminan de un lado a otro, parece que la mayoría viene de la Ciudad y Estado de México, por las placas de los autos que vimos en el hotel y en el trayecto.

 

La arena es un tanto oscura, fina, pero con un tono cobrizo muy intenso, el agua llega muy fresca, aunque con una fuerza considerable, pues hay que considerar que es una zona de mar abierto, donde se debe tener respeto al océano que tantas vidas protege pero que también puede quitaras muy fácilmente.

 

El hospedaje es económico, aunque hay para todos los bolsillos, la comida tampoco es cara y los aperitivos no demeritan en calidad ni precio. Sin duda es uno de los destinos de playa en México, donde se puede hacer turismo económico.

 

Ha llegado la hora de la comida, incitados por el rugir de nuestros estómagos, que ya piden a gritos el combustible necesario para seguir funcionando. Tenemos dos opciones en el centro de Tecolutla, ambas marisquerías, es decir, la especialidad de la zona, sin embargo, de la comida les contaré en otra ocasión.

 

Recuerde que viajar es un deleite y más cuando se hace en compañía. Lo espero en la próxima Crónica Turística y le dejo mi correo electrónico para cualquier comentario o sugerencia trejohector@gmail.com y lo invito a seguirme en Spotify en Crónicas Turísticas.

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