Los grupos de choque no viven con los ovnis o el Yeti

Los grupos de choque no viven con los ovnis o el Yeti

Peca de una inocencia peligrosa el analista, el político o el empresario que afirme: “claro, los tapatíos se manifiestan contra el dictador Alfaro”.

 

Claro, si quien lo dice lo hace con el pleno conocimiento de que los grupos de choque obedecen a una estrategia política, entonces quien esto afirma es un cínico.

 

Y en ese saco es posible meter a todos los simpatizantes de la Cuarta Transformación que afirman que las manifestaciones en Guadalajara ocurren por una genuina defensa a las garantías individuales de los tapatíos.

 

Muchos de los gobiernos municipales y estatales cuentan con grupos de choque para que, con sus manifestaciones violentas, otros perfiles puedan aprovechar para acusar o represión, intolerancia o ausencia de capacidad gubernamental.

 

Así, es bastante inocente el que cree que las manifestaciones en Jalisco son motivadas por ciudadanos libres.

 

Claro que lo anterior no es justificación para que se cometan vejaciones contra los derechos humanos, pero lamentablemente es muy difícil que la población en general tenga un criterio lo suficientemente amplio para advertir el montaje detrás de las protestas.

 

René Bejarano es uno de los principales líderes de grupos de choque nacidos de las bases de protesta estudiantil.

 

Los llamados porros de distintas facultades y colegios bachilleres responden a su llamado.

 

Y, claro, es difícil creer que habiendo sido el particular de Andrés Manuel López Obrador -cuando este fue jefe de Gobierno- no tuviera conocimiento de los grupos vandálicos.

 

Por supuesto que no. Hay una metodología clara en este tipo de agrupaciones que permiten a quienes las utilizan tener mayor beneficio.

 

Los grupos de choque que, por ejemplo, René Bejarano tiene a su cuidado, acuden a entidades para manifestarse sobre temas que no conocen, pero en su vandalismo esperan el ataque policíaco para que la fotografía incendie las redes sociales y las portadas de los diarios.

 

No es que Enrique Alfaro sea el gobernador perfecto. Incluso es posible afirmar que su poder se ha nutrido por lo más extremo de la derecha.

 

Pero este defecto no reduce la culpabilidad del Gobierno Federal en las recientes protestas.

 

Al final todo es una enorme estrategia de narrativa.

 

¿Qué mejor forma de evidenciar que Alfaro es represor y Andrés Manuel liberal sino con una manifestación violenta en la que las cámaras captarán solamente las agresiones policíacas?

 

Este periodista conoce de la represión policial a fondo. Y sé que los policías municipales lamentablemente son los menos preparados, pagados y en muchas ocasiones los que pueden seducirse más rápidamente por un grupo criminal o por los vicios del oficio.

 

Son aquellos que de pronto pueden golpear a alguien solo para que éste “afloje un varo”.

 

Pero aunque los agentes tengan tales defectos, el hecho de que las manifestaciones hayan llegado a Guadalajara no obedece a un reclamo legítimo de parte de la sociedad. Es un montaje armado con la intención de atacar al gobernador más popular de la oposición que se nutre de cada acción que debilita a AMLO.

 

Este caso evidencia en pleno la acción de un Gobierno Federal contra un estado. Además, demuestra como la correlación de una estrategia de Gobernación sumada a una de Comunicación puede destruir a un funcionario.

 

Hoy, si Alfaro no sale bien librado de esta guerra, podría perder las posibilidades de ser candidato a la presidencia en 2024.

 

Pero si evidencia que AMLO está detrás de las protestas, para lo cual tiene todas las posibilidades, entonces se convertirá en el opuesto perfecto (concepto semiótico) del presidente, el candidato que la oposición está esperando.

 

El futuro de Alfaro se define esta semana.