Después de que la Unión Europea decidiera abrir algunas de sus fronteras el 15 de junio tras tres meses de cierres por la propagación del virus SARS-CoV-2, se han implementado medidas y mecanismos para una escalonada reactivación del turismo de la región. En este sentido, desde el 21 de junio, España, una de las principales potencias turísticas de Europa retiró sus restricciones de movilidad y permitió el paso a las playas del país.
Entre las medidas implementadas para transitar y vacacionar en las playas españolas se encuentran la aplicación de sensores de temperatura, apps móviles para verificar la afluencia de gente, cámaras web, drones y parcelas de arena en función de evitar aglomeraciones.
Los ayuntamientos de las zonas costeras más visitadas se han apegado a los protocolos establecidos por las autoridades sanitarias y así garantizar la sana distancia y el adecuado aforo por las circunstancias globales por Covid-19.
Altea, en Alicante, se posiciona como uno de los municipios de España con más afluencia turística, principalmente de Reino Unido, Bélgica y Francia durante vacaciones de verano; su alcalde Jaume Llinares informó a la prensa, el Gobierno está siguiendo todas las medidas recomendadas por las autoridades sanitarias, y mencionó, espera con "ansia" la llegada del verano, ya que el turismo es uno de los "motores más importantes de la comunidad".
En esta localidad se estableció la figura del "controlador" o informador de playas, los cuales estarán "al pendiente" de la distancia entre los usuarios, según explicó el concejal de infraestructuras del Ayuntamiento de Alteo, Diego Zaragozí. Asimismo, este personal -sólo contratado en tiempos atípicos de verano- estará coordinado con los servicios de Protección Civil y la Policía local, en caso de presentarse un incidente grave.
Por otro lado, el uso de drones se ha generalizado en las playas como Cullera, Valencia, y en la isla canaria Fuerteventura, ya que la policía encargada de la vigilancia los utiliza para evitar eventos masivos y aglomeraciones. De esta manera, España rediseñó sus playas "anti-covid" con tecnología, personal auxiliar y medidas de distanciamiento social para prevenir un segundo brote, y al mismo tiempo reactivar la economía local mediante el turismo.