La polarización llevó al peor en el peor momento

La polarización llevó al peor en el peor momento

Foto: Xinhua

México enfrenta una crisis sanitaria sin precedentes y está inmerso en la desaceleración económica más grave de los últimos 90 años. A dos años de haber capitalizado la inconformidad social del país, Andrés Manuel López Obrador sigue generando un discurso polarizador que incluso se ha replicado en medio de muestras de insensibilidad social o incluso apologías al crimen.

 

Un tuit de Beatriz Gutiérrez Muller, esposa del presidente de la República, incendió las redes sociales: “no soy médico”, le respondió a un usuario de la red social Twitter cuando este le preguntó sobre el desabasteciendo de medicamentos públicos para niños con cáncer. La crítica a la insensibilidad de la funcionaria federal pululó en la esfera digital.

 

Este día la diputada federal de Morena procedente del Distrito con cabecera en San Pedro Cholula, Nay Salvatori, exhibió en su cuenta de Tik Tok un video en el que usaba como fondo a la bandera de la Cámara de Diputados mientras disparaba de manera imaginaria al ritmo y letra de la canción “adasdsa”, pieza que hace apología del crimen.

 

Dos años han transcurrido desde que Andrés Manuel López Obrador alcanzó la victoria en las elecciones presidenciales y con ello causó una ola que permitió a personajes como Salvatori llegar a la Cámara de Diputados. Presidentes municipales, regidores, diputados locales y federales en la actualidad tienen el cargo únicamente por el “voto en cascada” que promovió el mandatario federal.

 

La enorme inconformidad social contra un sistema político vetusto fue capitalizada por López Obrador a través de la simplificación de la realidad: en lugar de ofrecer soluciones reales de acuerdo con parámetros internacionales, durante 18 años se dedicó a la crítica y magnificación de cada error del sistema en el poder.

 

Así, a lo largo de 18 años magnificó el resentimiento social en México para buscar que cada sufragio a favor de él y del presidente, y de los candidatos de Morena, era el voto de venganza contra este sistema que por años ha marginado a millones de mexicanos. En una sociedad donde el ciudadano promedio lee menos de un libro al año y las pocas lecturas se concentran en el TV Notas o en las noticias falsas de las redes sociales, dicho ciudadano fue seducido por un mensaje polarizador.

 

El mensaje de polarización de López Obrador cuadra perfectamente con uno de los postulados de Goebbels (ministro de Propaganda de Hitler), la realidad es que la estrategia de comunicación funcionó porque había una audiencia dispuesta a escucharlo. Si en México la desesperación por la precaria situación económica no hubiera llegado a tanto, jamás habría sido el país caldo de cultivo para un mensaje polarizador.

 

Durante 18 años (20 con los dos años de gobierno), Andrés Manuel repitió el discurso polarizador respecto a que el sistema político actual no funcionaba y que, por el contrario, su narrativa histórica y económica -el socialismo- sí podría cumplir. Le denominó humanismo, pero en realidad su discurso y agenda defiende postulados socialistas.

 

México permitió que llegara un presidente intolerante, con una agenda pública del siglo pasado, sin visión de desarrollo, con mucha ideologización en sus decisiones, sin empatía por las causas nuevas, pero con mucho conocimiento electoral, con la certeza de que para ganar se requieren votos que pueden ser llevados a través de apoyos directos: el corporativismo.

 

El mensaje polarizador del presidente, que lo llevó al poder, nunca hubiera sido cosechado en un suelo de oportunidades, paz y desarrollo. Pero el PRI y el PAN crearon a su verdugo: un hombre con ambición política sempiterna, sin intención de generar desarrollo y con el fardo de una carga ideológica que no ha dado resultados a los países.

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