La noche de la Victoria

La noche de la Victoria

El martes se cumplieron 500 años del enfrentamiento entre pueblos mexicas y un ejército invasor. El saldo fue favorable para los mexicas, los invasores huyeron hacia Tacuba, donde contaron sus bajas y lamentaron el suceso, se dice que frente a un árbol de ahuehuete (que aún se conserva), se le ha llamado “la noche triste”. Desde hace algún tiempo, algunos académicos e investigadores hemos estado pugnando por cambiar el nombre por “la noche de la victoria”. Usted, ¿qué opina?

 

El 8 de noviembre de 1519, los españoles llegaron a Tenochtitlán, quedaron maravillados de tan esplendorosa ciudad que no tenía comparativo con ninguna de Europa. Había un alto grado de organización e higiene.

 

Los mexicas recibieron con bastante amabilidad a los españoles, no porque pensaran que eran dioses, como algunas historietas nos cuentan para hacernos creer que los indígenas eran unos ignorantes; todo lo contrario, hoy sabemos que los mexicas habían desarrollado un nivel científico superior en muchos ámbitos al europeo. Los mexicas reciben con amabilidad porque era una costumbre ancestral de los pueblos. Basta con recordar los sucesos en Cubanacan, cuando los españoles llegan son recibidos por los indígenas, se les da de comer y beber, se les da lugar de descanso, cuando despiertan con hambre se les vuelve a dar de comer y cuando se sintieron satisfechos sacaron sus espadas y mataron a todos los indígenas.

 

Lo mismo pasó en Cholula y Tepeaca, fueron bien recibidos y al final mataron al menos a 6 mil y 4 mil indígenas respectivamente según el propio Fray Bartolomé de las Casas, aunque el saldo real no lo sabremos, cálculos a partir de diferencias censales hablan de una terrible masacre que sería el peor genocidio de los tiempos.

 

En Tenochtitlán se repitió la historia, una vez que los españoles descansaron alojados en el palacio de Axayácatl y se hartaron de comida, tomaron de rehén a Motecuzoma, el tlatoani, del que también hay que aclarar, las historietas lo ubican como un emperador o un rey, en realidad, como señala el investigador Pablo Moctezuma Barragán, era un “vocero” del Tlahtocan, que eran un Consejo de Gobierno, es decir, el pueblo mexica no tenía un gobierno imperialista como se divulga erróneamente.

 

Las tensiones duraron meses. En el documento conocido como los Anales de Tlatelólco, un manuscrito originalmente en náhuatl (el primero en escribirse con símbolos del alfabeto latino) se cuenta la historia que durante la fiesta de Toxcatl (mayo 1520) en el Templo de Hitzilopochtli, hubo una matanza de indígenas indefensos ordenada por Pedro de Alvarado. Esta misma historia la cuentan Fray Bernardino de Sahagún y Fray Juan de Torquemada, quien agrega que los españoles despojaron de sus joyas a los cadáveres y alude que fue tan sangriento el hecho que el piso del templo quedó resbaloso. (Por cierto, no confundir a Juan de Torquemada, el historiador, con Tomás Torquemada, el inquisidor).

 

Narra Moctezuma Barragán que los mexicas exigieron la salida inmediata de los españoles y les dejaron de proveer comida. Los invasores, que tenían secuestrado a Moctecuzoma, lo obligan a solicitar comida y de manera estratégica pide que sea su hermano Cuitláhuac sea quien salga del palacio a traer la comida. Dejan salir a Cuitláhuac, pero él ya tenía la consigna del Consejo Supremo de hacer la guerra a los españoles. En medio de estos hechos, los españoles asesinan a Moctecuzoma, falso que haya sido muerto por una pedrada, como también se contó; algunas fuentes contrastan las declaraciones de Cortés en las llamadas “Cartas de Relación”, en las que se comprueba que tuvo que mentir sobre muchos sucesos para no ser enjuiciado en España.

 

Los españoles aprovechan las honras fúnebres que los mexicas le rindieron a Moctecuzoma y en la noche del 30 de junio de 1520 deciden huir, pero cargados con el oro y las joyas de Axayácatl, alertados de esta fuga, los mexicas emprendieron el ataque al mando de Cuitláhuac, hermano de Moctecuzoma y señor del pueblo de Iztapalapa. La rabia y el furor de los mexicas, la valentía de Cuitláhuac y la torpeza de los invasores al huir de noche y no conocer el camino le dieron el triunfo a los indígenas. De hecho, Bartolomé de las Casas también atribuye la derrota a la avaricia y mezquindad de los invasores, pues muchos no pudieron huir por el peso de los tesoros que robaban y el terreno fangoso que pisaban.

 

Algunas crónicas coinciden en que hubo al menos 600 bajas de los españoles, Moctezuma Barragán señala que fueron más de 2 mil porque al ejército invasor sólo le quedaron 425 soldados. Además de otros tantos indígenas aliados de los españoles que fueron usados como escudos y luego sus cadáveres como escaños para poder escapar. Se preguntan algunos historiadores porque Cuitláhuac no asestó el golpe final, pero es claro que no están entendiendo la cosmovisión indígena, ellos no tenían noción de exterminio.

 

Se dice que Cortés lloró su derrota y por ello se le conoce como la “noche triste”. Algunos historiadores sugieren cambiar el enfoque, fue triste para los invasores, pero para los mexicas fue una noche de victoria. El martes, en el quincuagésimo aniversario, la alcaldesa de Iztapalapa, pueblo de Cuitláhuac, Clara Brugada, sembró un ahuehuete y reivindicó el triunfo indígena. Esta reivindicación le devuelve el valor y el coraje a nuestro pueblo con la finalidad de que sirva de ejemplo para emular por todos los mexicanos.

 

Al poco tiempo, Cuitláhuac falleció a causa de una pandemia de viruela (enfermedad nueva para los mexicas y de la que ya hablamos en alguna ocasión en este espacio). Los españoles tomaron venganza y sobrevino la conquista. Aprendamos de la historia y en medio de esta pandemia no nos dejemos vencer. Emulemos el grito de Cuitláhuac: ¡Mexican, Tiahui!, así que ¡arriba, mexicanos!

 

*Profesor-Investigador Facultad de Negocios, Universidad La Salle México

 

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores

Twitter: @BandalaCarlos