Coca Cola, enemiga pública otra vez

Coca Cola, enemiga pública otra vez

Foto: Unsplash

La creativa campaña publicitaria "por todos" que lanzó Coca-Cola en México, en medio de la pandemia de COVID-19, no ha alcanzado para contener el fuego nutrido desde todas direcciones que coloca otra vez a la bebida como enemiga pública de la salud en un país donde su consumo sigue siendo uno de los más altos del mundo.

 

El primer misil lo lanzó el principal portavoz federal para la pandemia, Hugo López Gatell, desde el empobrecido estado de Chiapas (sureste), habitado por comunidades indígenas, al comentar la morbilidades asociadas al nuevo coronavirus: la hipertensión, la diabetes, y la obesidad, que afecta a más del 70% de la población.

 

"¿Para qué necesitamos el veneno embotellado, el de los refrescos?", interrogó, punzante, el epidemiólogo estelar.

 

Y fue más lejos aquel 20 de julio: "¿Para qué necesitamos donas, pastelitos, papitas fritas que traen alimentación tóxica y contaminación ambiental? Y las botellas llegan a ríos y luego al mar".

 

Ya no se trata de la vieja frase de las izquierdas de los años 70 que intentaba desarmar la exitosa campaña de la "chispa de la vida", afirmado que contenía las "aguas negras del imperialismo".

 

La firma rojo y blanca concentra en este país casi dos terceras partes de bebidas azucaradas embotelladas consumidas en todo el país.

 

¡Fuera Coca-Cola!

 

La senadora del gobernante Movimiento de Regeneración Nacional, la actriz feminista Jesusa Rodríguez, afirmó el jueves que "la Coca-Cola tiene que ser expulsada de México", acusándola por daños a la salud.

 

Jesusa se basa en un fragmento del libro Mala Leche de la escritora Soledad Barruti. En él, la autora argentina aborda los riesgos a la salud por la dieta basada en productos industriales comestibles y bebibles, que son una de las causas de la epidemia de obesidad que crece en América Latina.

 

La paradoja es que las comunidades originarias en las montañas sureñas mexicanas son el mayor mercado del refresco en este país.

"Chiapas es el estado más pobre del país, 30% de su población está desnutrida, los niños que habían empezado a tomar refrescos cuando tenían menos de cinco años se volvieron adultos obesos y diabéticos", describe la autora en voz de la senadora y actriz.

 

Las comunidades chiapanecas son líderes mundiales en consumo de bebidas de soda azucarada: cada habitante consume en promedio 821 litros de este refresco al año, según el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

 

Una tabla de la Universidad Tufts de Massachusetts, EU, indica la tasa de mortalidad anual por ingerir bebidas azucaradas por cada millón de adultos.

 

México aparece a la cabeza: 404.5 muertos por el consumo de estos productos.

 

Le sigue, muy lejos, Sudáfrica, con 153.3; Marruecos, con 137.8; EU, con 124.9; y Colombia, con 112.3, entre otros.

 

Los más adictos: evidencias

 

El Poder del Consumidor, asociación civil que trabaja en la defensa de los derechos de los clientes, denuncia que el 70% de la ingesta de azúcares agregados en la dieta de los mexicanos proviene de bebidas azucaradas embotelladas.

 

La primera de las tres evidencias científicas indica que "el consumo de bebidas azucaradas en este país se asocia a la muerte de más de 40,000 personas al año", según datos de la revista International Journal of Obesity (2019).

 

De un total de 40,842 muertes relacionadas por el consumo de bebidas azucaradas, más de la mitad, 23,433, son a causa de la diabetes: "representan el 35% de todas las muertes por diabetes en México".

 

Además, la tercera parte del total, 13,517 muertes, son causadas por enfermedades cardiovasculares: son el 13% de todas las muertes por esta causa en el país.

 

La segunda evidencia se refiere al consumo al día de bebidas azucaradas.

 

"En dos semanas de consumo diario de una botella de 500 mililitros de bebidas azucaradas se presenta riesgo para enfermedades cardiovasculares, el cual aumenta conforme incrementa la dosis", independiente de la ganancia de peso, detalla el informe.

 

El tercer hallazgo refiere que el consumo de una lata de bebidas azucaradas aumenta el riesgo de obesidad en niños, entre 55 y 60%.

 

La Asociación Nacional de Productores de Refrescos y Aguas Carbonatadas, patrocinada por la filial mexicana de Coca-Cola, Femsa, reaccionó en forma airada.

 

En un boletín expresó "su más enérgica protesta por las lamentables declaraciones" de López-Gatell.

 

Califican la definición de "veneno embotellado" hecha por el funcionario como una acción que "sataniza una actividad estratégica para la economía y un producto que está en la preferencia de millones de mexicanos".

 

Incluso amenazan con configurar la denuncia de "violaciones a derechos constitucionales y tratados internacionales".

 

Afirman que las declaraciones del portavoz federal sugieren "una necesidad de encontrar un enemigo público, a quien responsabilizar ante la crisis sanitaria que enfrenta el país".

 

Pero un estudio encontró que por cada refresco adicional de 12 onzas que los niños consumen cada día, las probabilidades de volverse obeso aumentaron en un 60% durante año y medio de seguimiento.

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