La historia de los 33 mineros chilenos no se debe olvidar

La historia de los 33 mineros chilenos no se debe olvidar

Hace 10 años, el derrumbe en la mina San José, en el norte chileno, marcó la vida de los 33 mineros que estuvieron atrapados durante 69 días, hasta ser rescatados en medio de la expectación mundial, un logro que no se debe olvidar, aseguraron sus protagonistas.

 

"El colapso del bloque ocurrió alrededor de las 14:30 hora local y los primeros equipos de rescate llegamos a las 18:30 (hora local)", recordó el subdirector nacional subrogante de Minería del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) de Chile, David Montenegro, quien participó en las faenas de rescate.

 

Contó que fueron a la mina que se emplaza en pleno desierto de Atacama, el más árido del mundo, con la misión de rescatar a 21 mineros, pero, con el avance de las horas, se enteraron que eran 33 los trabajadores atrapados.

 

 

En una charla organizada esta jornada por el Sernageomin, Montenegro dijo que entre las tareas de los días iniciales se hicieron "innumerables esfuerzos por ingresar hasta los niveles inferiores de la mina donde suponíamos que se encontraban los mineros y que, con un dejo de pesimismo, no teníamos claro cuál era su estado de salud o si se encontraban con vida".

 

Explicó que los dos primeros días se dieron cuenta de que el bloqueo de la rampa principal de acceso a la mina era total y ésta además no tenía segunda salida de emergencia.

 

"Pudimos darnos cuenta de que esta iba a ser una tarea de largo plazo, no exenta de dificultades técnicas que, finalmente, pusieron a prueba el profesionalismo y la experiencia de los profesionales de la minería chilena", complementó.

 

Resaltó que el trabajo en la zona accidentada se tradujo en una "extraordinaria ejecución del 'Plan B' liderado por Codelco (Corporación Nacional del Cobre de Chile), quien estuvo a cargo finalmente de las tareas de este rescate".

 

El derrumbe en la mina San José, ubicada a unos 30 kilómetros al noroeste de la ciudad de Copiapó y a más de 800 kilómetros al norte de la capital, incomunicó a 33 mineros en una excavación de unos 700 metros de profundidad.

 

Sus familiares, inquietos por la preocupación, levantaron el "Campamento esperanza", en las inmediaciones de la instalación minera. Con el pasar de los días, las improvisadas instalaciones contagiaron al país completo.

 

Diecisiete días después del accidente, una sonda que logró perforar el refugio donde quedaron atrapados, logró confirmar que todos permanecían con vida, tras recibir por esta misma vía un mensaje desde las profundidades que decía "estamos bien en el refugio los 33".

 

Luis Urzúa, uno de los mineros atrapados, señaló hoy miércoles en el evento de Sernageomin, que antes del accidente hubo varios incidentes en minas aledañas que avizoraban una posible fatalidad.

 

El también jefe de turno de la mina San José el día del derrumbe afirmó que la compañía San Esteban Primera S.A., propietaria de la excavación accidentada, tenía pocos recursos y, tras el accidente, pensaron que era imposible que esta empresa minera montara un rescate.

 

"No teníamos una chimenea, no teníamos nada para poder salir. Estábamos con las manos amarradas. Aquí había solamente una posibilidad: que la gente que estaba arriba pudiera rescatarnos, pero nuestra empresa no tenía los recursos, no tenía nada para poder llegar o hacer algo para poder hacer esto", aseveró.

 

Urzúa recordó que al interior de la mina lograron estabilizarse los primeros cinco días, aunque por un tiempo no se enteraron de los trabajos de rescate.

 

"La roca era muy grande y no había algo que nos pudiera decir algo o mandar un mensaje a la gente que estuviera afuera. Eso nos hacía pensar que ¡cómo nos podrían sacar, rescatar!", dijo.

 

"Hablamos de 33 mineros, pero es una tragedia para el país, para nuestras familias, para la familia minera", añadió.

 

El minero, quien tomó el liderazgo y mantuvo el temple en el encierro, recalcó que, durante el aislamiento, utilizó el aprendizaje que adquirió en un curso de manejo de crisis.

 

Las extensas labores de trabajo concluyeron en un túnel que conectó la superficie con la mina, donde una cápsula penetró la roca y sacó uno a uno a los mineros, durante 22 horas de trabajos ininterrumpidos y televisados en todo el mundo.

 

Para Urzúa, el último en salir de la mina, los 33 mineros aprendieron una lección que se puede entregar a otros compañeros de oficio.

 

"Nos falta mucho, porque cada día que nosotros pasamos, quizá nos olvidamos, y esto no hay que olvidarlo", expresó.

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