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El que mucho abarca poco aprieta, reza bien el dicho. Así precisamente anda el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, quien es un auténtico “mil usos” de la gris Cuarta Transformación.
Además de aparecer hasta en la sopa pese a sus constantes fallas durante la pandemia de COVID-19, ahora López-Gatell manejará (que Dios nos ampare) los destinos de una docena de oficinas dependientes de la Secretaría de Salud, destacando la COFEPRIS.
López-Gatell no puede en estos momentos ni con su alma y ahora tendrá a su cargo otras responsabilidades destinadas al desastre, pues ni “Supermán” podría atender al mismo tiempo todas estas oficinas.
Tal parece que el presidente Andrés Manuel López Obrador ya trae de “encargo” a López-Gatell y no precisamente por la “capacidad” de este funcionario, sino porque necesita a quién culpar de los fracasos que vienen en materia de salud.
A final de cuentas, repartir culpas es el superpoder de ambos López.
Hablando de personajes que no asumen su responsabilidad, debemos hacer referencia a los líderes “chambones” de diversos países latinoamericanos, que sin mover un solo dedo exigen que la vacuna contra el COVID-19 llegue pronto a sus naciones.
¡Así, tronando los dedos!
Países como Brasil, Ecuador, Chile, Venezuela, Honduras, Bolivia y, por supuesto, México, piden, mejor dicho, exigen que no se pongan trabas para la llegada de esta vacuna a estas naciones, donde obviamente se salió de control la pandemia.
Muy fácil y con los brazos en la cintura, estos países quieren ser los primeros beneficiados cuando esté lista la vacuna, haciendo gala de la “chambonería” que impera en estas naciones latinoamericanas.
Punto y aparte es Cuba, pues pese a la mala fama que se le ha hecho a este país a nivel mundial, comenzará las pruebas de su propia vacuna contra el COVID-19.
Vaya, Cuba, el pueblo latinoamericano más bloqueado, criticado y abandonado por todos, hace esfuerzos por su vacuna.
Mientras tanto, México, pese a su reciente cercanía con EU, solo da lástimas.
