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La conmoción por el fallecimiento de Diego Armando Maradona llegó a todos los rincones del mundo, incluida Puebla, ciudad donde el argentino alcanzó a disputar tres partidos con su Selección, dos del Mundial de 1986 con gol incluido a Italia, y uno más amistoso en la reinauguración del estadio Cuauhtémoc.
A los 60 años, “el Pelusa” perdió la vida este miércoles a causa de un paro cardiaco en su casa en Buenos Aires, y a partir de ese momento, un sinfín de mensajes se han desprendido en redes sociales para venerarlo por lo que hizo en la cancha.
Esa huella imborrable que dejó con el balón en su zurda también quedó marcada en el estadio Cuauhtémoc, el cual pisó por primera vez meses antes del Mundial de 1986, cuando se reinauguró el inmueble de la colonia Maravillas luego de su remodelación en la que le construyeron las rampas oriente y poniente para que pudiera albergar la justa mundialista.
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La casa del Puebla de la Franja reabrió sus puertas con un partido amistoso entre la Selección Mexicana y la Argentina, la cual tenía entre sus filas a Maradona, quien ya era estrella en el Napoli, y fue recibido como tal, aunque semanas después iba a alcanzar la gloria deportiva obteniendo la Copa del Mundo.
Esa primera vez del “Barrilete Cósmico” en la Angelópolis terminó con un empate sin goles, aunque tiempo después regresó para brillar de verdad. Fue el 5 de junio de 1986 cuando en el segundo encuentro del grupo A, Italia se midió ante Argentina en el Cuauhtémoc y en ese partido apareció ese dorsal 10 con un gol de antología que ayudó a su equipo a sacar el empate a uno.
La tercera y última vez que Maradona estuvo en Puebla fue el 16 de junio de 1986 en el choque de octavos de final entre la albiceleste y Uruguay, un encuentro que “el ‘cebollita” y su selección ganaron por 1 a 0 donde si bien no pudo anotar, sí desplegó toda su clase.
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A Diego Maradona se le recuerda levantando la Copa del Mundo que le fue entregada por el expresidente mexicano Miguel de la Madrid, ante un estadio Azteca rendido a sus pies, aunque también Puebla, y en específico el estadio Cuauhtémoc, pudo disfrutar de las gambetas del que hoy dejó de ser ídolo para convertirse en leyenda.
