AMLO es lo mejor, AMLO es lo peor

AMLO es lo mejor, AMLO es lo peor

Tomemos el círculo inmediato de una persona. Imaginemos que tiene tres hermanos, su mamá y su papá, son cinco miembros de la familia. Supongamos que el sujeto del que hablamos tiene una relación con al menos 10 a 15 amigos de confianza y unos 20 o hasta 50 conocidos con los que mantiene contacto vía redes sociales.

 

Hasta ahora vamos 70 personas en contacto habitual o al menos virtual. El sujeto en cuestión también tiene familiares lejanos que le siguen en Facebook, Instagram o Twitter. Incluso el sujeto tiene contacto con sus vecinos o perfiles en redes sociales que, tal vez, le han vendido algo.

 

Hasta ahí, tendríamos de 100 a 150 personas en contacto habitual y que mantienen cierto patrón de comportamiento, nivel educativo y socioeconómico.  ¿Cómo lo sabemos? Pues bien, porque la interacción natural del sujeto le lleva a convivir con otros perfiles afines. Es un proceso natural de selección social.

 

De pronto, el sujeto en cuestión critica la administración de Andrés Manuel López Obrador. Señala el grave fallo de desaparecer el INAI y el ataque a la transparencia, por ejemplo.

 

De los 100 contactos habituales del sujeto, pensemos que un 60 % está de acuerdo con su crítica.

 

Por una razón de interacción social natural, el sujeto leerá y aprobará los comentarios que sustenten su opinión y desestimará e incluso ignorará los que le contradicen. Pero además, solo por un proceso de interacción social de inclusión, el sujeto tiene más relación y vínculos con quienes piensan como él y en consecuencia su visión del mundo, o de un problema en específico, luce validada.

 

Este intrincado modelo de las relaciones sociales que la antropología, sociología, comunicación y psicología han estudiado por años nos permite descubrir un espejismo: el rechazo a Andrés Manuel López Obrador o el amor absoluto a él.

 

Agrupaciones como Frena, los representantes políticos de la oposición, empresarios y emprendedores críticos del presidente o incluso estudiosos de la naturaleza política del país repiten entre sus propios grupos las críticas al presidente.

 

Sin embargo, estás críticas no llegan a los otros grupos sociales. Por ejemplo, el presidente cometió un grave error en no sancionar a Hugo López Gatell por su vacación en Oaxaca debido al mensaje contradictorio ante una sociedad tan impresionable y evasiva de sus responsabilidades como la mexicana.

 

Cualquiera podría caer en la trampa y expresar “toda la gente está harta de este tipo de comportamientos de la Cuarta. La gente ya está cansada y en 2021 los van a echar”.

 

Falso, no es “toda la gente”, es la gente del círculo social al que tú perteneces. Pero como en la democracia mexicana cuenta igual el voto de alguien de estos círculos que el de un habitante de las colonias del sur de Puebla, la popularidad electoral del Peje sigue casi intacta.

 

En efecto, los sectores sociales que le criticaron antes son los que le critican ahora. Los pocos segmentos que decidieron darle una oportunidad y que no habían votado antes por él, tal vez sufraguen en contra de Morena en 2021, pero lo más probable es que simplemente regresen a las filas del abstencionismo.

 

Este análisis sirve como antesala para establecer un argumento concreto: es mentira que la sociedad mexicana, como un monolito, salga a rechazar en 2021 a Morena a causa de una supuesta indignación contra Andrés Manuel.

 

Lo que va a quedar establecido es el rechazo a la participación política. Habrá una dramática caída con relación a 2018 en el porcentaje de participación de acuerdo al listado nominal.

 

Es decir, los votos que cosechó Andrés Manuel con la indignación social acumulada por años no se verán este año en las urnas, pero tampoco habrá una votación de castigo como sí sucedió en 2018 contra el resto de partidos.

 

En conclusión, si en las elecciones del próximo año algunos candidatos de oposición se sorprenden por perder frente a sus rivales de Morena, esto ocurrirá por lo aquí planteado: es falso el rechazo social a López Obrador dese el punto de vista numérico.

 

Los candidatos de oposición deben salir de este espejismo en el que su círculo social critica constantemente a AMLO y que les ha hecho creer que la sociedad mexicana castigará al de Tabasco.

 

La única manera de ganar una elección desde la oposición es con una estrategia de campaña estructurada que concentre sus esfuerzos en el trabajo de tierra.

 

De la misma forma, los simpatizantes de Andrés Manuel no deben confundir el no rechazo al presidente con la promoción del voto en su favor.

 

Si López Obrador no aparece en las urnas, los candidatos de Morena solo podrán usar su estructura para salir adelante en esta elección y, en muchos casos, se darán cuenta qué tal estructura no existe.

 

En resumen, los círculos sociales con los que inicié este texto son el espejismo que reconstruye la realidad de acuerdo a la perspectiva del individuo en búsqueda de validación.

 

Candidatos, entonces este es mi consejo: huyan de aquel que les diga “ganarás, porque todos odian ya al Peje” o “ganarás, porque aún tenemos el arrastre de Andrés Manuel”.

 

Es el espejismo de los círculos sociales hablando y no la fría realidad de los números.