En la próxima elección se define gobernador

En la próxima elección se define gobernador

En dos meses se define el tablero para la elección a gobernador de Puebla y, aunque tal sentencia parece un análisis simplón, en realidad es más trascendente de lo que parece a primera vista.

 

Desde la caída del helicóptero en el que viajaba el matrimonio Moreno Valle (+), ocurrió un cisma político en la entidad. Era el grupo del exgobernador el que decidía candidaturas y controlaba estructuras de movilización electoral.

 

Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la república, distintos simpatizantes de su movimiento llegaron a posiciones de poder político sin capital de base. Hay diputados locales y federales de Morena que apenas si conocen su distrito.

 

En el PAN tampoco hay enormes liderazgos. Todos dependían de la voluntad de Rafael y en dos años no se han podido recuperar. De hecho, el regreso de Eduardo Rivera se puede explicar justo a causa del efecto ya descrito: el vacío de poder y de liderazgos le permitió crecer.

 

Y ahora, si se convierte en presidente municipal nuevamente, es el candidato natural a la gubernatura. Y eso obedece a que no hay liderazgos panistas que rivalicen con él en cuanto a trayectoria y poder político.

 

En el caso de Morena las cosas son similares. La gran mayoría de quienes fueron candidatos en 2018 y que hoy buscan o bien reelegirse o posicionarse en un nuevo cargo son perfiles que no construyeron capital político.

 

Justo la ausencia de ese capital les hace vulnerables ante políticos más avezados que, aunque no cuentan con el mismo capital económico para movilizar estructuras como en el pasado, tienen más experiencia en las elecciones reales, las que no cuentan con una ola de inconformidad social.

 

Así, tampoco son muchos los morenistas que podrían buscar suceder al gobernador Miguel Barbosa. Apenas unos cuantos tienen el capital intelectual, y muchos menos el político.

 

La elección del candidato en el partido marrón y la victoria de este significaría un adelanto en la carrera por la gubernatura en 2024 de la misma forma que para Eduardo Rivera su victoria representaría un paso agigantado al proyecto que el Yunque ha tenido por décadas: gobernar Puebla.

 

Lo que ocurra en dos meses definirá el futuro de Puebla por los próximos ocho años. Tras el inesperado 2018 y la convulsa situación política, la entidad apenas está en camino a la estabilidad. Por ello, parte de esa transición social pasa, necesariamente, por la victoria y derrota de los candidatos de Morena y el PAN el próximo 6 de junio.