El panorama de la infancia en México

El panorama de la infancia en México

Mañana es día del niño y también de la niña. No siempre ha sido así, la “niñez” es una construcción social que podemos ubicar a partir del siglo XVIII, antes de esa época los niños eran tratados como adultos pequeños. El reconocimiento de la infancia permitió garantizar derechos especiales, ¿cuál es entonces el panorama de la niñez en nuestro país?

 

La división de la sociedad por grupos de edad responde históricamente a la economía. Sí, la niñez también se relaciona con la economía. La primera división del trabajo en la comunidad primitiva se hizo por edad y por género; incluso la división por edad fue más importante que la de género. En algunas sociedades hombres y mujeres podían compartir las mismas tareas, no así los miembros más jóvenes del grupo.

 

Hasta la Revolución Industrial la noción de infancia no existía en el imaginario social, por lo que es muy común encontrar personajes históricos de corta edad asumiendo grandes responsabilidades. La diferencia entre un menor y un adulto estaba determinada por su capacidad reproductiva; por ello las mujeres podrían contraer matrimonio una vez que comenzaran a menstruar. En algunas sociedades, incluso, se casaban antes para que el primer periodo menstrual lo tuvieran con su marido.

 

Los niños trabajaban igual que los adultos hasta la Ley de Fábricas de 1883 en Reino Unido que “generosamente” redujo la jornada de los menores de 18 años a 12 horas diarias; si la persona era menor de 13 años, sólo se le exigía trabajar 8 horas. Pero además, los niños obtenían salarios que llegaban a ser una cuarta parte de lo que ganaban los adultos, pues se pretextaba que no tenían la fuerza y la energía suficiente.

 

Las concepciones de infancia están ligadas a las costumbres de crianza de cada sociedad; por ejemplo, los mexicas y la mayoría de nuestros pueblos originarios eran muy protectores con los coconetl (menores de 6 años) y piltontli (menores de 13 años). Aunque no se define con precisión, todo parece indicar que ellos si diferenciaban a los menores y mayores de 13 años con respecto a tareas, responsabilidades e incluso derechos. Dado que un ciclo o calendario largo lo comprendían 52 años; los primeros 13 años (el primer cuarto del ciclo) se consideraban importantísimos pues los seres humanos eran cenca titototzintl “como pajaritos” que debían ser cuidados y protegidos.

 

Los niños eran tan sagrados entre los mexicas que a su nacimiento se les veneraba. Esta costumbre se utilizó más adelante por los invasores españoles para evangelizar, mediante la veneración al niño Dios, un caso peculiar en el catolicismo mundial.

 

Es hasta 1924 que en Occidente se reconoce con plenitud la infancia como una etapa distintiva en el desarrollo humano que requería de protección y cuidado. En la Declaración de Ginebra se asentaron las responsabilidades de los adultos con los niños, entre ellos la educación, el socorro, la alimentación y la no explotación. Hasta 1959 la ONU publica la Declaración de los Derechos del Niño, texto que a la fecha no ha sido suscrito por todos los países, lo que significa que existen países que siguen sin reconocer la figura infantil.

México fue de los primeros países en reconocer la niñez; el gobierno revolucionario de 1924 a instancias de José Vasconcelos, secretario de Educación, instituyeron el 30 de abril como día del niño. Actualmente, en nuestro país se consideran niños los menores de 15 años y hay 32 millones, el 25% de la población total.

 

Aunque legalmente los niños no pueden casarse, lo hacen con el permiso de los padres, 6 de cada mil niñas en México se casan entre los 12 y los 14 años. Además, aunque el trabajo infantil está prohibido, 1 de cada 10 niños debe trabajar, lo que nos convierte en uno de los países de la región con mayores tasas de explotación infantil. El único país del continente que ha sido reconocido por la UNICEF como libre de trabajo infantil es Cuba.

 

El trabajo infantil se agrava dependiendo de diferentes condiciones demográficas. En la gráfica 1 se pueden mostrar estas diferencias, los niños trabajan más que las niñas. 8 de cada 100 niñas con discapacidad trabaja, mientras que si es niño 1 de cada trabaja. Si los niños son afrodescendientes la tasa aumenta hasta 10 y 20% respectivamente y si son indígenas la situación empeora: el 30% de los niños trabaja.

 

Elaboración propia con datos de Censo de Población y Vivienda 2020.

 

Este trabajo se realiza en condiciones precarias porque se desarrollan en la informalidad y en la ilegalidad; muchas veces en actividades insalubres o que ponen en riesgo la vida de los menores. El trabajo infantil afecta el desarrollo físico y emocional; les arrebata a los menores su derecho al esparcimiento, al juego y al descanso; los enfrenta a tensiones innecesarias a su edad y los hace vulnerables de malos tratos, violencia, denigración y ultraje.

 

Diversos estudios demuestran que el trabajo infantil es uno de los primeros determinantes de desigualdad en la vida de las personas. Los niños que trabajan tienen menos posibilidades de desarrollo y por tanto menos oportunidades que los niños que desarrollaron una infancia plena. Es por ello que debemos pugnar por abolir el trabajo de los niños y garantizar todos sus derechos.

 

*Profesor-Investigador Facultad de Negocios, Universidad La Salle México

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores

Twitter: @BandalaCarlos