“Cuchufleto”, el can que espera el regreso de su amo fallecido en Múzquiz

“Cuchufleto”, el can que espera el regreso de su amo fallecido en Múzquiz

Foto: Facebook

Otra historia, esta vez trágica, que da cuenta de la fidelidad y amor incondicional de los perros circula en redes sociales. Se trata de “Cuchufleto”, un can de pelaje negro con blanco y mirada triste que durante varios días acudió a la entrada de la bocamina de “Micarán”, en busca de su fallecido amo.

 

Gonzalo Cruz Marín, de 55 años, vecino de Mineral de Rancherías, fue uno de los siete carboneros que murieron en la mina de “Micarán”, ubicada en Múzquiz, Coahuila, el 4 de junio. Su fiel perro “Cuchufleto” pasó horas y horas echado a las afueras de la mina esperándolo.

 

Desde el día de la tragedia el noble can llegaba al punto, con la esperanza de ver a su dueño, cuyo cuerpo fue el cuarto rescatado luego de que las paredes del manto carbonero se derrumbaron por una inundación, dejando atrapados a 7 de 17 trabajadores.

 

La historia de “Cucho”, como le llaman de cariño, fue compartida por Sandra Idalia Briseño, viuda de Cruz Marín, a través de un video de un medio local que fue difundido en redes sociales.

 

Según cuenta, el “pobre animal que sufre mucho, aúlla y llora por la ausencia de Gonzalo”, quien trabajaba dos turnos seguidos, “de primera y de segunda”. La viuda narró que el perro lo seguía a todos lados, se iba con él en la mañana, “lo dejaba” y regresaba a la casa a comer y a tomar agua.

 

Si el hombre no llegaba, “Cucho” iba a buscarlo, “se metía a la mina hasta que lo hallaba, andaba un rato con él y luego se salía”, esa era su rutina de todos los días. “El día del accidente ahí estaba mi perro con mi esposo y (después del siniestro) olfateaba, luego rascaba y rascaba en la bocamina, movía la cola, aferrado porque sabía que ahí estaba mi esposo”, recuerda.

 

“Cucho” estuvo (en el campamento provisional) hasta que lo sacaron, y desde entonces no ha sido el mismo. La mujer lo llama para darle de comer, pero el perro no atiende y se niega a probar alimento.

 

Idalia Briseño refirió que antier “Cucho” estaba “como aullando, lamentándose, algo sentía, la ausencia de mi esposo”. Pensó que el perro tenía sed y les pidió a sus nietos que le dieran agua pero “siguió igual…todavía sigue así, no se resigna a la muerte de su dueño”.

 

 

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