La negra y larga noche de Haití

La negra y larga noche de Haití

Ayer por la madrugada asesinaron al presidente de Haití, Jovenel Moïse, lo que agrava la caótica situación que ya vivía el país más pobre de América. ¿Qué está sucediendo en la noche del Jabalí?

 

Haití es un país afrocaribeño ubicado en la isla La Española que comparte con República Dominicana. Ahí llegó Cristóbal Colón un 5 de diciembre de 1492 por lo que a la primera población se le puso el nombre de La Navidad. En 1507 la isla vivió la primera pandemia de viruela traída por los españoles que provocó la muerte de miles de indígenas. Los sobrevivientes fueron sometidos salvajemente como ocurrió en el resto del continente. En 1697, los españoles negociaron con Francia la partición de la isla, les incluyeron en el trato a la población indígena.

 

El dominio francés resultó aún más bárbaro y sanguinario, fueron traídos cientos de miles de esclavos provenientes principalmente del África Subsahariana que trabajaron en las plantaciones. La Revolución francesa de 1789 inspiró las revueltas libertarias en la isla que duraron hasta la proclama de independencia en 1804, lo que convirtió a Haití en el segundo país del continente, después de Estados Unidos, en conseguir la independencia.

 

Los años posteriores estuvieron marcados por el bloqueo económico y el boicot que Francia impulsó contra la producción agrícola haitiana y una guerra civil que se extendió durante un siglo. Francia demandó una indemnización a Haití, lo que originó la penosa deuda externa de la isla; mientras que el ambiente fue propicio para que países como Alemania y Estados Unidos monopolizaran la economía haitiana con el establecimiento de empresas productoras y comerciales.

 

Para frenar el crecimiento de las empresas alemanas y ante la rivalidad surgida durante la primera guerra mundial, Estados Unidos invadió Haití en 1915. La ocupación norteamericana duró hasta los años ochenta, periodo en el cuál los yanquis impusieron a dictadores que cuidaban y beneficiaban los intereses de las empresas estadounidenses, tal y como sucedió con Cuba antes de la revolución.

 

En 1991 es elegido presidente Jean-Bertrand Aristide, primer gobierno democrático que aplicó políticas nacionalistas que le valieron un golpe de estado por parte de Estados Unidos. Desde entonces, se han sucedido una serie de eventos de inestabilidad en los gobiernos que en nada han ayudado al crecimiento económico. Haití tiene una población aproximada de 11 millones de personas, de ellas, cerca de 9 millones viven en pobreza, por lo que tiene un índice de desarrollo humano (IDH) de 0.5 (en una escala de 0 a 1), lo que lo coloca en la posición 155 de 170 países. Por el tamaño de su deuda es considerado en el grupo de países pobres altamente endeudados. El 53% de la población no sabe leer ni escribir.

 

En 2016 es elegido Moïse como presidente en medio de fuertes protestas que acusaban un fraude electoral; en 2017 asume oficialmente el poder y en 2018 rompe relaciones con Petrocaribe, un programa de ayuda energética proveniente de Venezuela, lo que obligó al gobierno haitiano a aumentar los precios de la gasolina que derivó en manifestaciones violentas.

 

El Producto Interno Bruto ha estado prácticamente estancado desde 2010, cuando un terremoto azotó Puerto Príncipe. La pobreza del país ha obligado a los haitianos a migrar de forma masiva, se calcula que, en 2020, en plena pandemia, salió de la isla el 1.6% de la población, como se muestra en la gráfica siguiente. Los países con mayor recepción de haitianos son Estados Unidos, México y Chile.

 

Elaboración propia con datos de Banco Mundial.

 

 

Haití es el ejemplo más devastador, primero de las prácticas de explotación y sometimiento coloniales y posteriormente del neocolonialismo capitalista; del fracaso del neoliberalismo y de las salvajes acciones de rapiña de organismos como el Fondo Monetario Internacional que, con su sistema de ayudas, no han hecho más que endeudar cada vez más al país. Las ganancias de empresas francesas, alemanas y estadounidenses, principalmente, están manchadas con la sangre de los haitianos; ellas son, responsables indirectas (y no dudamos en que hayan conflagrado directamente) del magnicidio.    

 

La negra noche del Jabalí se ha alargado indefinidamente, la oscuridad se vuelve el escenario del terror, donde la mayor decadencia de clase se hace presente: drogas, violencia y hambre. Hoy no hay una salida clara de la situación política, no hay autoridades institucionales que delineen la sucesión y el proceso electoral previsto para septiembre podría cancelarse. La salida económica está aún más lejana. Nuestra solidaridad debe estar con el pueblo haitiano para ayudarle en su emancipación y defenderlo del intervencionismo pernicioso de los Estados Unidos. ¡Fuera Yanquis de América Latina!

 

 

*Profesor-Investigador Facultad de Negocios, Universidad La Salle México

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores

 

Twitter: @BandalaCarlos