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Este domingo se llevó a cabo el capricho del presidente Andrés Manuel López Obrador llamada consulta ciudadana contra expresidentes, ejercicio “democrático” que, como se esperaba, fue un fracaso.
Pero lo que más llama la atención es que ni el mismo presidente López Obrador acudió a votar, lo que es, estimado lector, un plan con maña.
Argumentando que estaba de gira por Nayarit y no había casillas especiales, el mandatario no acudió a cumplir con un “deber ciudadano” que desde hace semanas ha defendido.
En política, dicen los que saben, no hay coincidencias, todo está fríamente calculado, por lo que se le pueden dar varias lecturas a la negativa del presidente de votar por una consulta que desde su origen es un capricho de su parte.
Y es que desde al menos un mes atrás se esperaba el fracaso de esta consulta, por lo que el mandatario hizo lo imposible por promoverla, incluso atacando al INE.
Al ver que este fracaso era inevitable, el presidente prefirió no participar y todo con el firme objetivo de emprender un nuevo ataque contra el órgano electoral, usando la consulta como arma principal.
Tiempo al tiempo, amable lector, pero le puedo apostar que en unos días veremos al presidente acusar al INE del fracaso de esta consulta, todo con el objetivo de lograr uno de sus principales propósitos: desaparecer al Instituto Electoral.
Y el discurso se centrará en contra de Lorenzo Córdova, seguramente señalando que según el INE no hizo nada para que la consulta fuera un éxito.
Incluso tachará a los consejeros Lorenzo Córdova y Ciro Murayama como “tapaderas” de los expresidentes, afirmando que fomentan la corrupción.
Con esto, las hambrientas huestes de la mal llamada “Cuarta Transformación” prenderán sus antorchas y afilarán sus cuchillos para pedir la desaparición del INE.
Pero, ¿qué creen? Hay algo que no tomó en cuenta el presidente.
Cada vez son menos los mexicanos que respaldan su movimiento, por lo que el llamado para desaparecer al INE también podría ser un fracaso.
Y es de esta manera en la que la lucha de lodo por 2024 comenzará muy temprano, pues la 4T teme que su llegada al poder sea debut y despedida.
