La mujer que reemplazará a Colón

La mujer que reemplazará a Colón

Cuando los españoles llevaron a cabo la conquista lo hicieron derribando todo vestigio de civilización y sobre lo que quedaba erigieron sus construcciones, no sólo para demostrar su fuerza, sino para enviar el mensaje de superposición ideológica, como otrora lo hicieran los romanos sobre los vestigios griegos. Pero llegó el día de levantarse, ahora serán los abuelos indígenas los que sean reivindicados.

 

En esta semana se cumplieron 529 años de la llegada de Cristóbal Colón a las islas del Caribe, día que durante mucho tiempo ridículamente conmemoramos como el “Descubrimiento de América”, como si la historia hubiera empezado con la llegada de los europeos. Aquí había civilizaciones que eran muy superiores en todos los sentidos a España. Basta leer a Fray Bartolomé de la Casas para conocer los grandes adelantos que se tenían en agricultura, medicina, ingeniería, arquitectura o astronomía, pero que fueron destruidos de forma bárbara.

 

Mientras en Europa no había drenaje y los ciudadanos parisinos, una de las ciudades más sucias de la época, convivían entre orines y heces, en Tenochtitlán las calles lucían limpias y esplendorosas gracias al tequio (trabajo colectivo), la separación de residuos líquidos y sólidos y el sofisticado sistema de desagüe. En Europa se usaba peluca para cubrir la tiña y los piojos, se inventaban perfumes y se agregaban flores naturales a los atuendos de las mujeres para disimular el hedor de los genitales; en México, los indígenas se bañan diariamente, usaban jabones que preparaban a través de hierbas, se desparasitaban y se limpiaban los dientes con el carbón de la tortilla quemada.

 

Los indígenas tenían mayor altura que los españoles, de acuerdo con el tamaño de la armadura de Hernán Cortés se deduce que no medía más allá de 1.60 metros; en cambio, por los atavíos de Cuauhtémoc se dice que fácilmente superaba 1.70 metros. Hay suficiente evidencia antropométrica que comprueba que durante los tres siglos de colonia los indígenas llegaron a perder más de 20 centímetros de estatura por las pésimas condiciones de alimentación.

 

Incluso, moralmente los indígenas rebasaban a los españoles. Cuando Cortés, huésped de Moctezuma en el Palacio de Axayácatl, descubre que sus colaboradores estaban robando, lejos de impedirlo y reprenderlos urde un plan de huida que sale mal. Son descubiertos y perseguidos, esa noche había llovido por lo que el terreno se volvió fangoso y los caballos cargados de ambición española se hundieron en el lago, los que sobreviven son atajados en Tacuba por Cuitláhuac del señorío de Iztapalapa, ahí lloran su derrota los europeos. Los indígenas podrían haberlos matado a todos, pero en su cosmovisión no existía el exterminio, más bien la nobleza y el humanismo.

 

Muchas páginas de la historia se escribieron a base de mentiras, en la calma de 300 años de saqueo. La verdad la hemos ido recuperando con esa misma paciencia. Hoy ya no es el “descubrimiento” de América, sino el día de la resistencia y la descolonización; ya no es la noche triste, sino la noche de la Victoria, no celebramos la hispanidad, sino que reclamamos el brutal genocidio.

 

Se ha dado la vuelta a la rueda de la historia y lo que antes era vergonzoso hoy nos llena de orgullo. En la gráfica siguiente se muestra el porcentaje de población que habla alguna lengua indígena, se observa como la tasa iba cayendo de forma acelerada durante la primera mitad del siglo XX, en las primeras décadas del siglo XXI la caída se contuvo y a pesar de que en términos relativos la población indígena disminuyó, en términos absolutos aumentó, pasó de 6.9 a 7.3 millones de personas. Este aumento es importante porque, por un lado, refleja el trabajo por rescatar y preservar nuestras raíces; por otro lado, también refleja un cambio en el sentirse reconocido como indígena.

 

 

Elaborado con datos censales de 1930-2020

 

 

Hoy ya no será Colón el que tenga una estatua, sino una mujer indígena que representa a nuestras abuelas violadas que parieron el mestizaje. La joven de Amajac como se le conoce a la escultura que fue encontrada en campos de cultivo de Veracruz asemeja a una mujer de la cultura huasteca, muy probablemente con algún cargo de gobierno, ella estará en Paseo de la Reforma, en Ciudad de México, ocupando el lugar del perdido navegante que se murió sin tener certeza del lugar al que había llegado.

 

Descolonizarnos significa mucho más que romper nuestros vínculos de sumisión o dejar de avergonzarnos de nuestra raíz indígena, es derribar nuestras estructuras mentales, reeducarnos y educar distinto a las futuras generaciones y eso posiblemente nos lleve mucho tiempo. Empezar con los elementos simbólicos como calles, estatuas, fechas, es un buen comienzo. ¡Viva nuestra alegre rebeldía!

 

 

*Profesor-Investigador Universidad de Quintana Roo

 

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores

Twitter: @BandalaCarlos