El “arma” de Luis Miguel y otras penosas traducciones

El “arma” de Luis Miguel y otras penosas traducciones

Foto: Pixabay

La expresión andaluza 'mi arma' ha sido subtitulada en una serie de Netflix por un algoritmo. El resultado es catastrófico, lo que causa revuelo en redes, pero también indignación entre intérpretes, traductores y en los defensores de lenguas y culturas minoritarias. El entretenimiento global de plataformas pone en riesgo a acentos regionales.

 

Está claro, no es un trabajo que pueda delegarse en algoritmos y computadores. Hablamos de la traducción de productos audiovisuales, donde el intrusismo de las máquinas y la dejadez de las producciones ha jugado una mala pasada. Antes de contarlo, nos permitimos una anécdota imaginaria:

 

Imagina una película española, de corte social y realista, grabada en Andalucía occidental. El protagonista saluda a su mejor amigo en la primera escena con un "eh, pichita, ¿cómo vas mi arma?". Pero desde ese primer minuto, la proyección internacional de esta imaginaria obra de arte se va al garete. Los subtítulos en inglés dicen:

 

–"eh little dick, how is it going my weapon?"

 

Es entonces cuando la inteligencia artificial sugiere que la cinta es cine para adultos, ya está: la tecnología acaba con el arte… Bueno, esto es solo un desastre imaginario, pero teniendo en cuenta cómo van las cosas, podría pasar.

 

Si el subtítulo lo hubiera elaborado un profesional y no un algoritmo, el profesional habría valorado el contexto de la conversación, la relación entre los personajes y la intencionalidad del artista al optar por ese diálogo y habría escrito: "hey dude, how is it going brother?", por ejemplo.

 

Pues la realidad no se aleja de esto que te acabamos de contar. Ha ocurrido ni más ni menos que en Netflix, en Luis Miguel: la serie, donde una mujer decía "Lo siento, mi arma" y en inglés se tradujo como "I’m sorry, this is my weapon".

 

 

Mi arma se traduce como my weapon en el Netflix globalizado. Boom al patrimonio oral andaluz, la diversidad lingüística y la materia prima de Góngora o Lorca. La alerta la dio en Twitter un usuario y la plataforma de streaming ya ha enmendado el error en el sexto capítulo de la segunda temporada. Ahora la actriz es subtitulada con un "I’m sorry, my Darling". Mil veces mejor.

 

Las lenguas, y el andaluz es un claro ejemplo, están llenas de matices e intencionalidades que deben preservarse al traducir. Pero la industria audiovisual de las plataformas crea contenidos a un ritmo tan alto que muchas producciones optan por la traducción automática poseditada.

 

 

La Asociación de Traducción y Adaptación Audiovisual de España (ATRAE) señalaba precisamente al último gran fenómeno de Netflix, El juego del calamar. "No entendemos cómo se puede dejar no solo esta, sino cualquier obra, en manos de un algoritmo de traducción que produce resultados deficientes que, posteriormente, tiene que corregir un profesional por una tarifa irrisoria", denuncian.

 

Con la posedición un algoritmo traduce la base para que, a posteriori, un profesional afine los subtítulos. Aunque como demuestra la sustitución mi arma –que indica confianza, complicidad o cariño en Andalucía occidental– por my weapon, el profesional a veces no es contratado. "Urgimos a las plataformas a que hablen con sus proveedores para que dejen de utilizar la traducción automática poseditada y que confíen en el talento humano de los traductores"

 

 

Welcome Potato

 

Como recuerda el cartel Welcome potato con el que se dio la bienvenida a Colombia al Papa Francisco (no a la papa –patata– tubérculo, sino al Papa de Roma), la traducción a través de Google y diccionarios automáticos tiene sus riesgos.

 

Lo cierto es que las traducciones asesinas siempre han estado ahí. En Star Wars, el androide R2D2 pasó a ser Ar tu di tu, o sea, Arturito en parte de Latinoamérica. "Es algo con lo que llevamos lidiando toda la vida, por ejemplo, los menús de restaurantes donde un rape es pescado violado en inglés. El problema es que hoy la mala traducción está más presente porque consumimos más", analiza a Sputnik Concha Ortiz.

 

"No hay que ser alarmista, la tecnología y el machine learning en traducción son positivos, agilizan el trabajo, pero son peligrosos", como demuestra el caso de Luis Miguel y su "my–weapon" cargada por el diablo.

 

Concha Ortiz lidera una empresa de eventos y traducción e interpretación y lleva 28 años acercando la comprensión entre idiomas desde Andalucía.

 

Para los profesionales el riesgo no es la tecnología, sino que el algoritmo saque de la ecuación al traductor profesional. "La traducción poseditada y el machine learning ayudan a contenidos como, por ejemplo, instrucciones técnicas o repetitivas".

 

Pero si hablamos de películas, Concha Ortiz recalca la importancia de contar con profesionales bien pagados y que trabajen con tiempo. "Solo un profesional puede entender y valorar el contexto conversacional en el que siempre existen equivalencias en otro idioma. Nunca hay una traducción unívoca, por eso es importante el raciocinio de una persona que entienda la intencionalidad de una frase".

 

–Y tú, ¿cómo habrías traducido mi arma?

 

"De mil maneras, con un sweetheart, darling o un simple mate… depende de la escena o la situación, mi arma también se puede decir con retranca y con mala uva, por eso no se puede prescindir de los profesionales", valora.

 

¿Un riesgo para la diversidad cultural o un mal chiste?

 

Ahora que el arte se consume en clave global, ¿quedarán las expresiones locales, la diversidad de lenguas y dialectos, reducida al myweaponismo? Si esto es la ley del más fuerte, ¿las lenguas y culturas minoritarias podrían estar en riesgo?

 

"No creo que eso pase, la diversidad lingüística o el andaluz no está en peligro. Mira el inglés, se habla del globish como esa versión del inglés global, pero consumimos series y películas que tienen palabras y expresiones del norte de Londres, por ejemplo. Lo local es tan expresivo –y traducible– como lo mainstream", reflexiona la intérprete.

 

Cada palabra es una punta de un iceberg bajo la que subyace un tesoro. Expresiones como mi–arma cuentan con muchos significados, resultado de una evolución social y lingüística. Esa evolución histórica es el patrimonio oral que la industria global del entretenimiento mal hecho puede destruir.

 

 

"Existe ese riesgo de que tengamos una cultura apisonadora que quite los matices, los acentos y riqueza lingüística. Traducir mi arma como my weapon es cortar de raíz nuestra identidad", apunta Alejandro Korea, responsable del Colectivo creativo Habla tu andaluz que reivindica el acento y habla andaluza.

 

"Lo mainstream suele venir de la cultura anglosajona, lo moderno es en inglés, pero ahora hay una tendencia que también reivindica las raíces y las tradiciones locales. Así que creo que el acento, lo auténtico, seguirá prevaleciendo porque conecta más", reflexiona el creador andaluz.

 

A pesar de que las multinacionales nos entretengan con la calculadora de cuentas en la mano, traduciendo mal y rápido, los acentos sobrevivirán. Después de todo, el andaluz y las lenguas no mainstream de todo el mundo siempre han lidiado con las fronteras lingüísticas. De hecho, expresiones tan andaluzas como estar al liquindoi o chumino, vienen del inglés.

 

¿Que qué es el chumino?, son los genitales de la mujer, es una palabra malsonante que viene, sin embargo, de la lengua de Shakespeare. Cuando los marineros ingleses llegaban a los puertos andaluces pedían a las prostitutas que se levantaran la falda y les enseñaran sus genitales con un show me now –> choe mi nau –> sho mi no –> chomino. Igual sucede con la actitud en alerta y predispuesta de estar al liquindoi. Así deberemos de estar a partir de ahora con los subtítulos. (Sputnik)

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