México sigue rompiendo récords en pandemia; sociedad y gobierno en el limbo

La pandemia de COVID-19 está todavía muy lejos de darle un respiro a México, todo gracias a la irresponsabilidad con la que se siguen manejando las autoridades federales y la misma sociedad mexicana, que actúan como si el virus ya no existiera.

Nuestro país se ha convertido en una nación experta en romper récords de manera negativa durante la pandemia, pues este fin de semana alcanzó una nueva cifra máxima de contagios en un solo día.

Este sábado se reportaron casi 31,000 contagios de COVID-19, seguramente la gran mayoría de la variante ómicron, que está a punto de convertirse en la dominante en México, por encima de la también muy contagiosa delta.

Pese a que esta situación se está agravando nuevamente, la sociedad y Federación están tomando muy a la ligera lo que sucede en nuestro país, tomando como argumento principal que ómicron no es tan grave como otras variantes.

Aunque lo anterior puede resultar cierto, la realidad debe todavía preocuparnos, ya que se siguen reportando hasta 200 muertes diarias, resultado de que aún muchos mexicanos no han recibido la vacuna o no tienen el esquema completo.

Sobre decir que el escenario catastrófico planteado por el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, ha quedado muy rebasado, pues México ya supera las 300,000 muertes por COVID-19.

Este funcionario federal, uno de los que peor desempeño han mostrado en la pandemia, pronosticó 60,000 muertes como máximo, cifra que ya es cinco veces superior en estos momentos.

Mientras tanto, la sociedad mexicana ha relajado por completo las medidas de prevención, pues ya podemos ver aglomeraciones en centros comerciales, plazas y mercados, donde el uso de cubrebocas y la sana distancia brillan por su ausencia.

El pronóstico con la variante ómicron para México es preocupante, ya que muchos mexicanos consideran que por estar vacunados esta cepa no provocará más que una “gripita”, exceso de confianza que puede ser peligroso, sobre todo porque niños y adolescentes no están cerca de recibir la vacuna.