Presión inflacionaria atemoriza al mundo

Presión inflacionaria atemoriza al mundo

Como expusimos en esta columna la semana pasada, la guerra entre Ucrania y Rusia presionaría al alza los precios de los energéticos y de otros bienes. Los efectos ya los resiente la economía mundial. Podríamos estar en la antesala de una estanflación mundial, ¿qué es? Aquí lo explicamos.

 

La Macroeconomía tiene cinco objetivos fundamentales: el crecimiento del PIB, el empleo, la estabilidad de precios, la balanza comercial y el equilibrio fiscal. Dos ellos representan un dilema: el crecimiento y el nivel de precios, porque las herramientas utilizadas para fomentar el crecimiento económico pueden acelerar la subida de precios y, viceversa, las herramientas para mantener precios estables pueden inhibir el crecimiento. Llega a ser aceptable un aumento en los precios (inflación) si el PIB crece; o, una tasa de crecimiento baja (estancamiento) si las tasas de inflación son estables. Pero lo desastroso es una combinación de altos precios y bajo crecimiento, a esto le llamamos estanflación (estancamiento con inflación).

 

La estanflación es el mayor peligro económico por dos motivos, a) porque las herramientas para combatirla suelen ser ineficaces y con graves efectos colaterales y b) porque es muy dañina para la población, ya que sin crecimiento y con inflación la pobreza crece exponencialmente.

 

En estos momentos, la economía mundial se encuentra en un periodo de recesión (bajo crecimiento). Para detener el ritmo de contagios de covid los países recurrieron al confinamiento y suspendieron las actividades no esenciales. El Producto Interno Bruto mundial tuvo la peor caída histórica entre 2019 y 2020. Al iniciar el desconfinamiento, la demanda se recuperó más rápido que la producción, por lo que los precios subieron y en consecuencia se vive la inflación más alta en 30 años. Los bancos centrales de muchos países han sido tolerantes con la inflación y cuidadosos de no aplicar políticas monetarias restrictivas extremas (subir en demasía las tasas de interés) para que la recuperación económica continúe; sin embargo, las condiciones de guerra están cambiando el panorama.

 

Rusia es el mayor proveedor de gas para Europa, aunque las sanciones económicas no han incluido el mercado de los energéticos, los contratos a futuro muestran una actitud precautoria y están elevando los precios por el temor a que el gobierno de Vladimir Putin cierre la llave de los ductos. Sólo el día de ayer, el precio del gas en los mercados internacionales aumentó más del 4%. El mismo fenómeno ocurre con el petróleo, la mezcla mexicana superó los 100 dólares por barril, mientras que el Brent llegó a los 114 dólares.

 

Rusia y Ucrania producen el 18% del trigo mundial, inevitablemente las exportaciones se han interrumpido, por lo que el día de ayer el precio se disparó 7%. La gráfica siguiente muestra los cambios en los precios desde el verano de 2020, cuando por primera vez en la historia los energéticos registraron precios negativos. De entonces a la fecha, los precios del petróleo han subido 140%, mientras que los del gas lo han hecho en 80%. El trigo, por su parte, ha aumentado 95%.

 

Elaboración propia con datos de mercado

 

 

La gráfica también demuestra que la tendencia alcista inició mucho antes que la guerra. El petróleo y el gas están subiendo desde noviembre del año pasado; el trigo, desde enero. Por tanto, la guerra realmente es un factor que profundiza una condición que ya se venía presentando. Esto quiere decir que, aunque algunos países abran sus reservas, como lo han hecho ya, los precios no van a declinar en el corto plazo. A diferencia del petróleo y el gas, no puede aumentarse el volumen de trigo hasta el próximo ciclo agrícola. Entonces, el contagio con el resto de los precios será inevitable.

 

La reacción de los bancos centrales tendrá que ser más agresiva y aquellos dominados por economistas neoclásicos han demostrado que son susceptibles a preferir una “tasa de sacrificio” en el corto plazo antes que permitir que la inflación se mantenga fuera de rango por más tiempo. En otras palabras, los bancos centrales, empezando por la Reserva Federal de Estados Unidos, plantearían en sus próximas minutas aumentar las tasas de interés, aunque se ahogue la recuperación económica. Es una jugada arriesgada, pero tienen poco margen de maniobra.

 

En la teoría neoclásica, la “tasa de sacrificio” la asume el pueblo; una perspectiva distinta sería que esa tasa la asuman los capitales. Si los gobiernos tuvieran mayor intervención en el control de precios, eliminaran las fuentes especulativas (mercados financieros que venden contratos futuros por los bienes) y regularan el acaparamiento de algunos agentes, se controlaría la inflación sin poner en riesgo el crecimiento. No obstante, eso elimina las ganancias de los oligarcas. Nuevamente se demuestra que el capitalismo y sus guerras, son la barbarie humana.   

 

 

*Profesor-Investigador Universidad de Quintana Roo

 

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores

Twitter: @BandalaCarlos