Una perspectiva económica de Jesucristo

Una perspectiva económica de Jesucristo

Hoy es jueves santo, día festivo para muchos en un país con estado laico, pero, según el último censo, con un 95% de población cristiana si consideramos la católica y todas las variantes evangélicas. Incluso las actividades financieras se suspenden, bancos y oficinas de gobierno. Claro que la semana santa tiene un impacto económico porque Jesucristo tiene en su doctrina un fundamento económico y aquí expondremos algunos puntos relevantes.

 

Para algunos es reconocido como el hijo de Dios; para otros más, es un profeta; los judíos dirán que fue un falso mesías; pero hay evidencia histórica sobre la muy probable existencia de Jesús entre los años 4 y 6 de nuestra era, quizás la más relevante sean los propios evangelios que se escribieron entre los años 60 y 80, es decir, unos 30 años después de la muerte de Jesús.

 

Entonces, de Jesús directamente no tenemos nada, salvo lo que escribieron sus discípulos; pero eso no es nada extraño, tampoco tenemos nada sobre Sócrates y conocemos de él también a través de sus discípulos. Se deduce que Jesús habría nacido en Palestina en tiempos de ocupación del imperio romano. Los romanos dominaban todo el mar Mediterráneo (Mare Nostrum), incluida Grecia, de donde tomaron vastos elementos, por lo que no sería raro que se hayan difundido en todo el territorio los estudios de Aristóteles sobre la Economía (Oikos) y que Jesús haya tenido cierto contacto con ellos.

 

Aristóteles vivió al menos 300 años antes que Jesús y había descrito al hombre integral como aquél que estaba formado en “Ética” (moral personal), “Economía” (cuidado de la casa) y “Política” (convivencia en la ciudad). Se trataba de tres niveles insoslayables de toda doctrina: individuo, familia y Estado. Jesús sigue esta misma estructura en sus enseñanzas. Nótese que en ese momento la economía está enfocada en el hogar y no en el Estado, será más de 1700 años después cuando surja la “Economía Política” como la disciplina que conocemos actualmente.

 

Encontramos en Jesús muchas nociones de una visión de Estado y Economía. Algunos historiadores y economistas consideran a los primeros cristianos como “proto-marxistas” y otros estudios les atribuyen a ellos el carácter de “socialistas” o “comunistas”. Para un estudio más profundo y con la debida seriedad se pueden consultar las obras enmarcadas en la Teología de la Liberación, corriente católica que se desarrolló con mucha fuerza en los años setenta en América Latina y que denunció la pobreza como causa del capitalismo.

 

La Teología de la Liberación no es una simple corriente que adoptó al marxismo como fundamento científico; su intención principal era el análisis bíblico más radical para rescatar a un Jesús revolucionario que desde luego era incompatible con la política del Vaticano. ¿Pero cuál es ese Jesús revolucionario del que hablamos desde la Economía? Mencionaremos sólo 3 aportes por cuestión de espacio.

 

Aversión a la acumulación desmedida. Jesús no condena a los que tienen dinero, sino aquellos que lo han acumulado avariciosamente, esto mismo es criticado por los economistas clásicos del siglo XVIII: no hay peor mal para la economía que un avaro. El problema desde la perspectiva de Jesús esta en la distribución, que es en lo mismo en que se centra Marx en el siglo XIX. Si analizamos la parábola del camello y la aguja (es más fácil que entre un camello por el ojo de una aguja a que un rico entre al reino de los cielos), no se trata de un rechazo al rico, sino un rechazo al absurdo caso en el que un rico haya muerto atesorando grandes fortunas. La riqueza sirve en tanto se vive para gastarla, pero si has obtenido más de lo que en tu vida puedes gastar, ¿cuál es el sentido?

 

En esa misma dirección, Jesús no alaba a los pobres ni hace un llamado a mantenerse en pobreza, como algunos equivocadamente afirman. Jesús hace un llamado a una vida sobria, austera, que se viva con lo necesario, como en aquella frase de San Francisco de Asís: “tengo poco y de eso poco requiero menos para vivir”. El “vivir con lo necesario” hoy es una tesis central de al menos tres teorías económicas actuales: las del crecimiento nulo, el decrecimiento y el buen vivir.

 

Separación de la lógica económica con la moral. Para Jesús es muy claro que lo monetario es un medio y no un fin, por lo tanto, no puede ser la medida de todas las cosas. En su enseñanza de la proporción matemática entre la aportación de un rico que ha dado de diezmo un denario y la de una pobre que da un céntimo es evidente que hay una lógica de la consecuencia y de lo pertinente, como lo hicieran las escuelas económicas del siglo XX. Al correr a los mercaderes del templo hay un rechazo al lucro: hay esferas humanas que no pueden subsumirse al mercado, entre ellas la religión, la educación y la salud que fueron elementos constantes en el accionar de Jesús.

 

Esta separación dinero-moral también se encuentra en el lavatorio de los pies de Jesús por una prostituta: van a criticar que se laven los pies de Jesús con perfumes muy caros porque es incongruente con el mensaje de austeridad; sin embargo, el punto central que defiende Jesús es el valor de uso (utilidad de las cosas) y no el valor de cambio (formación de precios en el mercado). Hoy sería algo así como criticar a alguien de izquierda por consumir ropa, accesorios o alimentos caros.

 

El fin del esclavismo. Pero sin duda, la idea más revolucionaria de Jesús, por la que fue considerado un peligro para el imperio romano y algunos sostenemos que fue la verdadera causa de su pena de muerte fue su postura frente al esclavismo, el modo de producción dominante, como quien hoy está contra el capitalismo. El esclavismo se basaba en la producción económica a partir de una clase dominante, el esclavista; y, una dominada, el esclavo. El esclavo era además propiedad del esclavista y por tanto éste tenía todo el derecho sobre él, en algunos casos hasta la vida y en otros hasta las futuras generaciones, de la misma forma que los potros de una yegua son propiedad del dueño de la yegua, los hijos de esclavos son propiedad del esclavista.

 

Jesús puso en la mente de todos, el germen de la revolución: “todos somos hijos de Dios”, parece simple porque la religión ya le castró su fuerza transformadora. Pero imaginemos el siglo I con una afirmación de este tamaño, en el fondo está la imposibilidad del esclavismo, si todos somos hijos de Dios, entonces, todos somos iguales, es una carga jurídica implacable que ponía en riesgo la estabilidad del sistema económico. Al final, Jesús fue asesinado por un Estado conservador.

 

*Profesor-Investigador Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo

 

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores

Twitter: @BandalaCarlos