Peatones y conductores, la interminable disputa por la calle

Peatones y conductores, la interminable disputa por la calle

Foto: Enfoque y Maribel Morillón

El cuidado de los peatones se ha convertido en un eje central de las políticas públicas en las grandes ciudades al ser uno de los eslabones más indefensos en la pirámide de movilidad, pero ¿hasta qué punto dejan de ser víctimas y pasan a ser responsables en un hecho de tránsito?

 

El 17 de agosto fue designado hace unos años por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el Día Mundial del Peatón, en conmemoración de la primera ocasión en la que una persona fue embestida por un automóvil en Londres hacia el año de 1897.

 

De acuerdo con cifras de la OMS, en el mundo cada 23 segundos hay un fallecido por un accidente de tránsito y cada año se pierden aproximadamente 1.3 millones de vidas por incidentes de esta naturaleza.

 

En Puebla la tendencia no es diferente, pues tan solo en este año se han registrado 3,358 hechos de tránsito en la capital, además de que la ciudad se ha convertido en la tercera con más muertes por atropellamiento del país.

 

En este contexto, podemos decir que en la pirámide de movilidad el peatón está en primer lugar y se debe de respetar su lugar específico, en este caso las banquetas, así como priorizar su bienestar al momento de transitar por la vía pública.

 

Guardapeatones, topes, semáforos, balizado, banderolas y otras infraestructuras son usadas para el cuidado de los transeúntes en las ciudades, con la finalidad de evitar atropellamientos, tanto por vehículos motorizados como por bicicletas.

 

En Puebla capital, por ejemplo, están prohibidas las vueltas continuas a la derecha para facilitar el cruce de los peatones por las esquinas, situación que muchas veces es ignorada por los automovilistas, algo que pone en riesgo a los transeúntes.

 

La falta de puentes o pasos peatonales a nivel de piso en vialidades con una alta afluencia de vehículos también se convierte en un reto para la gente que desea cruzar y que termina haciéndolo corriendo o rezando para que los coches bajen su velocidad al verlos.

 

Bolardos o guardapeatones mal colocados también son un riesgo, no solamente para los transeúntes, sino también para los automovilistas que deben de lidiar con este tipo de infraestructura deficiente.

 

Cuando la culpa es del peatón

 

Para muchos defensores de las nuevas tendencias de movilidad el automóvil siempre será el culpable de un hecho de tránsito con un peatón, lo cual legalmente es cierto, pues en un atropellamiento siempre es culpa del conductor del vehículo.

 

A pesar de esto, socialmente hay momentos en los que muchos reconocernos que la culpa fue de los transeúntes cuando, por ejemplo, son atropellados a unos metros o incluso debajo de un puente peatonal, el cual no subieron por motivos poco claros.

 

Lo mismo ocurre cuando no usan las cebras en las esquinas como el lugar designado para cruzar la calle y deciden hacerlo a la mitad, con todo el riesgo de ser atropellados.

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