Puebla y sus leyendas urbanas más icónicas

Puebla y sus leyendas urbanas más icónicas

Foto: Enfoque

La temporada de muertos trae consigo un sinfín de oportunidades para recordar algunas de las leyendas qué encierran lugares emblemáticos de la ciudad de Puebla y el interior del Estado, la mayoría de ellas tratando de darle un significado a sitios que por sí solos ya encantan a propios y extraños.

 

A continuación, en Imagen Poblana te dejamos algunas de las leyendas más famosas e interesantes que rodean a lugares emblemáticos de Puebla y que sin duda son perfectas para recordar en la víspera del Día de Muertos.

 

La fuente de los muñecos

 

El barrio de Xonaca es uno de los más antiguos de la ciudad y sus callejones empedrados son sólo una muestra de la tradición que rodea a este lugar, pero sin duda, un sitio que resalta es la fuente de los muñecos.

 

La leyenda señala que Maximino Ávila Camacho, quien fue gobernador de Puebla entre los años 1937 a 1941, construyó en este barrio su casa de verano, la cual era atendida por varios trabajadores, incluidos sus caballerangos.

 

Uno de estos últimos, tenía dos hijos, una niña y un niño de 6 y 7 años, respectivamente, los cuales le daban vida al lugar, pues ambos siempre estaban jugando y se habían ganado el corazón de todos los empleados.

 

 

Supuestamente, un día de tormenta acabó en una grave inundación en esta zona donde pasaba el río San Francisco, y fue cuando los niños se dirigían a la escuela que la tromba cayó y no se volvió a saber de ellos.

 

La leyenda señala que tanto sus padres, los vecinos y el resto de los trabajadores de lugar salieron a buscarlos, pero no lograron hallarlos, hasta que finalmente dedujeron que los niños pudieron haber caído en un pozo de agua durante las precipitaciones.

 

Debido al gran cariño que tenía la gente por estos niños, el gobernador Maximino Ávila Camacho ordenó la construcción de una fuente con azulejos de talavera que tuviera en el centro un pedestal con la imagen de dos niños, emulando a los hijos del que fuera su caballerango.

 

Según la leyenda, por las noches los vecinos del barrio de Xonaca pueden escuchar las risas de los niños por las calles, ya que presuntamente, las imágenes de la fuente cobran vida y salen a jugar, pero antes de que amanezca regresan a su lugar para permanecer inmóviles como las estatuas que son.

 

El callejón del muerto

 

Los barrios han sido escenario de muchas grandes leyendas, una de las más recordades sucedió en Analco, hablamos del callejón del muerto, una historia que nos remonta al año de 1875 y que tiene como protagonista a un asaltante.

 

La leyenda cuenta que el acaudalado don Anastasio Priego, salió una noche lluviosa para buscar a quien en ese entonces era conocida como la mejor partera del barrio de Analco, doña Simonita, esto debido a que su esposa estaba a punto de dar a luz.

 

A pesar de que el clima era complicado y las calles de la zona eran conocidas por la inseguridad, don Anastasio decidió ir en busca de la partera armado con su espada y sus conocimientos en esgrima.

 

Pero tal y como se lo habían advertido sus trabajadores, antes de llegar a la casa de la partera fue interceptado por un delincuente, quien lo amagó para exigirle que le entregara todas sus pertenencias, por lo que don Anastasio no dudó en defenderse y atravesó con su espada el corazón del criminal.

 

 

El hampón murió en el sitio y los vecinos de la zona rápidamente le dieron el nombre del callejón del muerto al que entonces se llamaba Callejón de Yllescas (ahora 12 Sur), esto debido a que las personas que pasaban aseguraban ver el alma en pena de un hombre.

 

El alma de este hombre penó por varios años, hasta que un día el padre del templo de Analco, Francisco Ávila, confesó a un hombre que había llegado rogándole que aceptara escuchar su relato.

 

Al día siguiente, el sacristán del templo se alarmó al ver que el padre Francisco no había llegado a oficiar misa, por lo que decidió ir a buscarlo y lo encontró en cama y grave, por lo que no dudó en preguntar qué era lo que le había pasado, a lo que el sacerdote explicó que un día antes había aceptado confesar a un hombre.

 

Resulta que el sacerdote confesó el alma del asaltante que llevaba tiempo penando en el callejón, y al momento de indultarlo simplemente se desvaneció, por lo que esto le causó una grave impresión al sacerdote, quien término por perder la vida.

 

Aunque el indulto permitió que el alma dejara de vagar por las calles, los vecinos del barrio de Analco continúan llamándole a este lugar el callejón del muerto y algunos sostienen que aún se puede escuchar el lamento de algún ánima.

 

El puente de Ovando

 

Uno de los pocos vestigios que quedan de lo que fuera el caudal del río San Francisco es sin duda el puente de Ovando, cuya construcción se remonta al año de 1769 por parte del regidor Agustín de Ovando Villavicencio.

 

La leyenda de este lugar señala que fue la acaudalada familia Ovando quien mandó a construir el puente privado que les permitiría cruzar el caudal del río San Francisco, para así poderse mover desde el centro y la periferia.

 

En esta familia había dos hijos, un hombre y una mujer, pero esta última a sus 16 años se enamoró perdidamente de un joven de clase media, situación por la que su padre rápidamente rechazó la relación.

 

Con la finalidad de forzar a su progenitor a aceptar a su enamorado, la joven decidió entregar su virginidad, pero en el acto fue descubierta por su hermano, quien tomó un arma dispuesto a matar al joven, no obstante, la chica se atravesó en el trayecto de la bala y terminó recibiendo el disparo que acabaría con su vida.

 

 

Esto no salvaría al enamorado, pues también sería asesinado por el hijo de la familia Ovando, el cual, según la leyenda, terminaría muriendo días después de forma extraña.

 

La historia dice que el señor Ovando, tras haber perdido a sus dos hijos, se volvió alcohólico y un día al ir cruzando el puente, que años antes había ordenado construir, se encontró con una mujer que pedía limosna, pero cuya voz rápidamente reconoció como la de su hija muerta.

 

Ante la impresión, el señor cayó del puente y fue arrastrado por la corriente del río San Francisco sin que nadie más volviera a saber de él.

 

La leyenda señala que si intentas cruzar dicho puente a la medianoche, el alma de la hija de la familia Ovando aparecerá pidiendo una limosna y si no le das una moneda no podrás cruzar a salvo.

 

La laguna de Aljojuca

 

La laguna de Aljojuca es uno de los sitios más misteriosos y hermosos de Puebla, por lo que no podía faltar una leyenda respecto a su origen.

 

La historia señala que una niña estaba pastoreando a sus borregos en una época muy calurosa y desértica, por lo que no había agua que sus animales pudieran beber, cuando de momento se percató que uno de los ejemplares volvía con el hocico mojado.

 

 

Esto se repitió varios días hasta que la niña decidió seguir a su borrego, quien bajó por una pendiente hasta que lo vio tomar agua de un pequeño surco de dónde brotaba agua.

 

La niña empezó a rascar, pero, según la leyenda, en ese momento el agua comenzó a salir a borbotones y el nivel comenzó a subir hasta formar la laguna de Aljojuca y ahogar a la niña.

 

Esta leyenda señala que la pequeña se convirtió en una sirena que ronda la laguna atrayendo a los curiosos para meterse al agua y después ahogarlos, como le pasó a ella.

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