Golpe en Perú. Lecciones para el movimiento social

Golpe en Perú. Lecciones para el movimiento social

El miércoles, inmediatamente después de ser destituido como presidente de Perú, apresaban a Pedro Castillo. ¿Qué está pasando y qué podemos aprender de lo sucedido para el movimiento social en México?

 

El crecimiento de la izquierda en Latinoamérica es respondido por las fuerzas conservadoras con una ofensiva feroz en los últimos días; primero contra Cristina Kirschner en Argentina y ahora contra Pedro Castillo, el primer presidente de izquierda en Perú. Castillo ganó las elecciones en segunda vuelta el 6 de junio de 2021 con un cerrado margen con la derechista Keiko Fujimori, hija del expresidente acusado de corrupción. La autoridad electoral peruana no reconoció el triunfo de Castillo hasta el 20 de julio, 8 días antes de que asumiera la presidencia.

 

Castillo, un profesor de primaria, llegó con la promesa de reformar la economía y modificar las políticas neoliberales en medio de un escenario convulso, desde 2016 no había elecciones en Perú y en el periodo pasaron 5 presidentes. La postura radical que mostró al principio con el gabinete que nombró, tuvo que ser retractada a los pocos días por el acoso de los medios de comunicación y la oposición. Aquí comenzaron los hechos que desde el análisis económico-político podemos calificar de errores.

 

Castillo debió considerar que los conservadores iban a estar en contraofensiva constante ya que su partido no tenía la mayoría legislativa. El apoyo más amplio lo tiene en los sectores populares y campesinos, por ello siempre se le veía con sombrero. Pero, el primer titubeo que tuvo al cambiar su primer gabinete radical por uno moderado, abrió la puerta para que la derecha le tomara la medida.

 

De julio de 2021 a octubre de 2022, Castillo presentó al menos 70 iniciativas que fueron todas bloqueadas por el congreso, le negaron la salida del país para hacer visitas oficiales. La última vez fue para asistir a México a la Cumbre del Pacífico del 24 al 25 de noviembre. Como respuesta el presidente López Obrador propuso que la reunión se celebrara en Perú para que Castillo pudiera asistir sin salir de su país. La reunión se iba a llevar a cabo el 14 de diciembre, ya fue suspendida.

 

La respuesta de Castillo ante la censura constante del congreso y el acoso de los medios de comunicación de la derecha fue de repliegue y no de ofensiva, este sería su segundo error. Perú no tiene una tradición de lucha y de organización popular; era necesario que desde la presidencia se establecieran las estructuras para movilizar al pueblo, sin embargo, se rehuyó de esta tarea. Incluso Castillo renunció a su partido con el fin de dar una cara de moderación

 

Poco a poco Castillo se fue quedando sólo, se quitó los símbolos que lo unían a la clase popular como el tan criticado sombrero. Se achicó políticamente y cuando intentó reaccionar se encontró con un vacío en los apoyos políticos. Este fue su tercer error. Castillo podía constitucionalmente disolver el congreso, de hecho, Fujimori lo había hecho con éxito en los años noventa. Sin embargo, la forma en que lo hizo le permitió a los congresistas declararlo con “incapacidad moral”, porque construyeron el relato de un golpe de Estado y a Castillo como el malo del cuento.

 

El diputado de izquierda Guido Bellido, que se ha mostrado consecuente en todo el proceso, acusaba un posible complot en el que el presidente Castillo habría sido secuestrado y drogado para obligarlo a leer el decreto de disolución del congreso por el cuál firmaba su condena.

 

Aunque los últimos días, en muchas ciudades peruanas, las calles sen han llenado de manifestantes que exigen la liberación de Castillo, las posibilidades de revertir la destitución se alejan pues no hay contrapesos políticos institucionales favorables. Su anterior partido político sigue una estrategia de llamar a elecciones anticipadas pero generales, que incluyan también la renovación de todo el congreso. En ese escenario el triunfo de la derechista Fujimori estaría casi asegurado. Una de las razones es la desilusión popular a raíz del distanciamiento de Castillo y algunas promesas que no lograron concretarse. Perú es un país bastante desigual y que estaba teniendo una recuperación post-covid bastante lenta, como se muestra en la siguiente gráfica, lo que afecta a las clases más pobres.

 

Elaboración propia con datos de INEI (Perú)

 

Nuevamente, la historia se repite, como diría Marx, la primera vez como tragedia, pero la segunda como farsa. Los golpes de Estado en Latinoamérica perpetrados por la derecha seguirán teniendo éxito en la medida en que la izquierda no pueda desarrollar una estructura organizativa que desde la fuerza popular defienda los procesos de transformación. Sólo unidos y organizados, venceremos.

 

*Profesor-Investigador Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores

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