El riesgo que implica reutilizar botellas desechables

El riesgo que implica reutilizar botellas desechables

Foto: Pexels

Pese a los esfuerzos e iniciativas por dejar a un lado los plásticos de un solo uso, la realidad es que siguen presentes en la vida diaria. En un intento por aminorar el impacto de estos productos, la gente busca darles un segundo uso. Para ejemplo están las botellas, que una vez terminado el líquido que contienen originalmente, es común que se vuelvan a llenar para no desecharlas de inmediato, práctica que no está exenta de riesgos.

 

Bolsas, empaques, botellas y otros artículos son parte de un problema ambiental que termina afectando a todos, ya que su degradación suele ser tardía. En este sentido, las botellas, principalmente las de PET, tienen un destino marcado, ya que su vida útil se limita al momento en que el contenido primario es consumido o expira. Después de esto, se dan cambios que atentan contra la salud.

 

Cuando se les rellena, el problema no está ligado a los famosos microplásticos o el desprendimiento de sustancias como el Bisfenol A, químico que ya no está presente en los recipientes o que se desprende en cantidades ínfimas que no son de mayor cuidado para la salud, el peligro real se relaciona a los microorganismos que se desarrollan dentro.

 

Esto se da porque, al emplearlas constantemente, los materiales se van deteriorando y se forman minúsculas grietas que a simple vista solo parecen rayones, pero que son idóneas para el crecimiento de bacterias u otros patógenos. Después de todo, su diseño no está pensado para uso prolongado.

 

Estos microorganismos llegan de diferentes fuentes como las manos, el aire, superficies e incluso de nuestra propia boca al momento de beber de ellas. Si no se lavan y las condiciones de humedad y ambiente se prestan, se dará pie a su contaminación. Por ello se recomienda cuidar la higiene de estas botellas con cada uso, limpiándolas con jabón y después de que el plástico se sienta más frágil, desecharlas por completo en los depósitos adecuados de separación y reciclaje.

 

Estos no son los únicos recipientes de agua que se usan una y otra vez, ya que en casa la mayoría de la gente cuenta con garrafones de agua que, si bien se desinfectan o cambian en las purificadoras, igualmente cumplen una vida útil. Usualmente esta duración no supera los 60 a 65 usos, equivalente a un año y medio, aunque si se conservan con cuidado, esto se puede extender a 80 o 90 usos.

 

Por otra parte, los garrafones más nuevos tienen marcada su fecha de caducidad que ronda de tres a cuatro años, por lo que cada usuario debe estar pendiente de las especificaciones de sus recipientes. El momento de cambio antes de esta garantía es cuando se notan fracturas en el contenedor.

 

A lo largo de estos lapsos de tiempo tampoco desprenden sustancias y la posibilidad de crecimiento de bacterias es menor ya que en cada recarga deben desinfectarse y lavarse, tarea que le corresponde a las purificadoras o empresas embotelladoras.

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