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La falta de trabajo, los salarios bajos, la falta de seguridad social, el outsourcing y el encarecimiento de vivienda y los servicios son las principales causas por las cuales muchos jóvenes –y no tan jóvenes– siguen viviendo con sus padres y no cuentan con posibilidades económicas para abandonar pronto el nido.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en México el promedio de edad de las personas que vivían solas en alguna casa o departamento hasta la década de los 90 oscilaba entre los 20 y 25 años.
Para el año 2020, la misma institución reporta que las personas que viven solos ya rondan entre los 25 y 30 años, lo cual quiere decir que la independencia de los jóvenes se ha ido retrasando.
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Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo (Coneval), el 60 % de los jóvenes tiene graves dificultades para incorporarse al mercado laboral formal.
Pero de los que sí logran ingresar al mercado laboral, 6 de cada 10 tienen un salario mensual de aproximadamente 7,500 pesos, en tanto que un 44 % está dentro de la categoría de pobreza, tanto por sus ingresos como por sus pertenencias.
Todo este conjunto de condiciones son las que dificultan a los jóvenes aspirar a una independencia de la casa de sus padres, pues difícilmente podrán cubrir una renta o pagar un crédito hipotecario.
El mismo Coneval dice que apenas el 22 % de los jóvenes económicamente activos está inscrito ante el Instituto Mexicano del Seguro Social, por lo que el resto está limitado a tramitar algún crédito hipotecario ante el Infonavit o recibir seguridad social.
¿Y los gastos?
Si agregamos unos recursos extras al salario promedio que reporta el Coneval de los jóvenes, y damos por hecho que alguno de ellos gana 8,000 pesos al mes, podemos ver que difícilmente podrán sortear la vida viviendo en solitario.
Por ejemplo, una renta en una colonia popular que cuente con todos los servicios puede oscilar entre los $3,500 y $4,500, pero a dicho costo deberá agregar algunos pagos mensuales como el internet o el agua potable.
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Otros servicios más se cobran de manera bimestral como es el servicio de luz, mientras que el combustible puede ser de diferentes maneras, ya sea por tanque estacionario, gas natural, entre otras.
Por esos gastos adicionales una persona al mes tendría que utilizar por lo menos otros $800 o $1,000 que sumados a su renta podrían equivaler a más de la mitad de sus ingresos.
Esto limita en exceso el margen económico que tienen para comprar alimentos, pagar transporte, comprar ropa y hasta cubrir gastos por entretenimiento y tiempo de ocio.
Es por ello que hoy en día es más complicado que un joven decida salir de la casa de sus padres, y menos mientras las condiciones laborales y económicas son como las aquí expuestas, aunque en otros casos podrían influir otros motivos de índole personal, como el exceso de comodidad.
