La importancia de los riñones; cuidado con la insuficiencia renal

La importancia de los riñones; cuidado con la insuficiencia renal

Hablar sobre el cuidado del cuerpo trasciende la apariencia física, ya que procurar el bienestar de los órganos internos resulta vital para la salud. Cada segundo jueves de marzo se conmemora el día de los riñones, esas partes de nuestro organismo que, si no les prestamos especial atención, pueden acarrear problemas mayúsculos.

 

Su importancia se ve reflejada en múltiples partes, ya que un organismo sano depende en gran medida de que los riñones estén bien conservados. Conocer a profundidad su relevancia y los riesgos de salud son el primer paso para empezar a atenderlos.

 

Estos órganos cumplen una función vital, pues son los encargados de filtrar todo lo que bebemos. Su tarea es limpiar los excesos de líquidos y, posteriormente, los expulsan mediante la orina, procurando el aprovechamiento de nutrientes. También mantienen el equilibrio de sales o químicos en el cuerpo para que los ácidos no sobrepasen niveles de riesgo; esto incluye la eliminación de residuos fármacos y otras toxinas.

 

 

Otra de sus labores es la purificación de sangre, ya que todos los procesos anteriores de limpieza y regulación contribuyen a que los riñones produzcan una hormona, la eritropoyetina, encargada de fomentar la producción de glóbulos rojos en la médula ósea. En su estado óptimo, se encargan de la creación de renina, otra hormona que ayuda en la regulación de la presión arterial.

 

Si no se llevan a cabo las medidas de prevención adecuadas, hay enfermedades que pueden afectar los riñones, con repercusiones en toda la salud. Una de estas es la insuficiencia renal, que llega cuando las funciones del órgano decaen, haciendo que los líquidos, excesos o electrolitos no puedan ser excretados del cuerpo, provocando descompensación por acumulación.

 

Un peligro de este padecimiento es que su avance es lento y casi no se detectan síntomas en los inicios, facilitando el progreso de la enfermedad. Cuando se hacen notables, estos se aprecian principalmente en náuseas, vomito, pérdida de apetito, debilidad o el más destacado, desorden en la producción urinaria.

 

Independientemente de los riñones, puede originarse debido a padecimientos previos, como hipertensión o diabetes, sumado a estilo de vida sedentario, tabaquismo, obesidad o afecciones previas en el corazón.

 

Al igual que muchos otros padecimientos, no se ha desarrollado ninguna cura, pero sí se tienen tratamientos. Se cuenta con las opciones de hemodiálisis para eliminar toxinas de la sangre con un dispositivo externo; diálisis peritoneal, mismo proceso dentro del organismo y, finalmente, un trasplante de riñón para que se reanuden las funciones con mayor normalidad.

 

 

Por si sola ya es de cuidado, pero si no se trata a tiempo surgen más complicaciones que pueden comprometer a otros órganos. Anemia es uno de los problemas derivados, pues al no producir eritropoyetina, la sangre no cuenta con suficientes glóbulos rojos, estos transportan el oxígeno por el torrente sanguíneo a más tejidos, si este curso no se da, el déficit de oxígeno impide el correcto funcionamiento de otros órganos.

 

Hipertensión, aunque puede ser el detonante de la insuficiencia, también es una consecuencia. Al ingerir líquidos estos son retenidos por el trabajo deficiente de los riñones, el cuerpo se hincha, provocando que la presión cardiaca se eleve y el ritmo del corazón baje. En el mismo sentido, el colesterol no sale del organismo y provoca más problemas en los vasos sanguíneos.

 

Finalmente, la descompensación en minerales y otros nutrientes acelera la descalcificación y baja en niveles de vitamina D, importante para los huesos y dientes. Con esto se incrementan las posibilidades de sufrir ataques cardíacos.

 

Para prevenir cualquier mal, se recomienda ingerir agua constantemente y evitar bebidas procesadas, altamente azucaradas o excesos de alcohol, así como dejar de fumar. Además, es importante tener hábitos de ejercicio constantes y una dieta equilibrada, al igual que llevar un chequeo constante con un médico para descartar afecciones.

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