La realeza inglesa no deja de ser el centro de atención por sus constantes conflictos internos, pero también por las múltiples desgracias en la familia y escándalos. Ahora, el foco se centra sobre el príncipe William y Kate Middleton, pues los rumores de una supuesta infidelidad del hijo de Lady Di pondrían fin a su matrimonio.
No es la primera, y seguramente no será la última vez, en que los integrantes de este linaje se hacen notar por estas acciones. El rey Carlos III también estuvo envuelto en polémica por los tratos a Diana de Gales, incluida una infidelidad. Después de todos estos hechos, se cuestiona el verdadero papel y relevancia de la monarquía.
Entre sus escándalos, además de los citados líos amorosos, hay otros más turbios, como la relación de uno de ellos con el empresario Jeffrey Epstein, muertes y más situaciones que ocurrieron en el siglo pasado y en lo que va de este, lo que ha manchado la imagen de la familia y deja ver que la única que se comportó “propiamente” fue la reina Isabel II.
Uno de los sucesos más criticados fue la historia del duque de York, Andrés, ya que desde el 2001 fue señalado por la violación a una adolescente, Virginia Giuffre. En ese entonces, ella tenía 17 años y supuestamente fue obligada por el empresario Jeffrey Epstein y su novia Ghislaine Maxwell a tener relaciones con Andrés.
Posteriormente, en 2009, hubo un acuerdo entre Giuffre y Epstein para que ella desistiera de cualquier acusación contra él o personas relacionadas, incluido el duque. No obstante, aún a sus casi 40 años, está buscando que se repare el daño. Una corte de Nueva York declaró en enero de 2022 que las demandas de la afectada eran procedentes. Desde ese entonces, a Andrés se le retiraron todos los distingos militares y reales, además de que dejó de participar en actos de la familia y no sería reconocido como “su alteza real”.
Sarah Ferguson se casó con el citado Andrés en 1986, pero su matrimonio no fue realmente fructífero y, apenas en cinco años, anunciaron su separación en 1992. Hasta aquí parece que simplemente fue una relación más que no resultó, pero pocos meses después un fotógrafo captó imágenes de Ferguson con un empresario llamado John Bryan, quien le lamía los pies.
El asunto fue de mayor relevancia porque, aunque ya se había anunciado el divorcio, este no se hizo formal hasta 1996, planteando la duda de que el móvil del distanciamiento haya sido un engaño.
Algo un poco más reciente ha sido el drama que se ha montado desde la unión entre el príncipe Harry y Meghan Markle. Desde el anuncio de su relación la pareja no ha dejado de tener conflictos. Su unión se hizo oficial el 19 de mayo de 2018, cuando se casaron, pero la oposición a sus nupcias se veía desde antes, pues la idea de que una persona que ni siquiera era británica se uniera a la familia real no fue bienvenida.
Después de contraer nupcias, la pareja se mudó a Estados Unidos y, tras una serie de problemas, formalizó su separación de la familia real. Después de esto, Harry se dedicó a revelar sus vivencias con los Windsor a través de varios medios, incluida una serie documental en Netflix, la publicación de su libro “Spare” y en entrevistas en shows como el de Oprah.
Los duques de Sussex relataron las dificultades de convivir y llevar una vida plagada de discusiones, peleas con su hermano William y con su padre, el rey Carlos III. Sin mayores sorpresas, el resto de la familia decidió cortar relaciones con ellos, pues temían que cualquiera cosa que dijeran sería usada en su contra en más libros o futuras temporadas de la serie. Junto a la distancia política y del linaje, también se dio el apartado económico, pues la monarquía dejó de proveer a los duques.
Otro de los grandes escándalos de la realeza fue lo que vivió en su momento la princesa Diana de Gales. Lady Di siempre se distinguió del resto de la corona por ser una figura que denostaba independencia y, en ocasiones, sobresalía por encima de la reina gracias a su carisma y conexión con el pueblo inglés.
Esto no la exentó de polémicas hasta el día de su muerte, que por sí sola ya es motivo de cotilleo. A lo largo de su matrimonio con el hoy monarca, Carlos III, Diana fue objeto de críticas, principalmente cuando se dio a conocer la infidelidad de su esposo con quien actualmente es su pareja, Camila Parker. Este hecho salió a la luz por la filtración de una llamada sostenida entre ambos con connotación sexual.
Lo siguiente fue la petición de divorcio, un suceso que sacudió al palacio de Buckingham; ella mandó una carta a BBC donde explicó que el matrimonio culminaba por que la relación era de tres, separándose en 1992. Posteriormente, ya con su nueva pareja Dodi Al-Fayed, falleció a causa de un accidente automovilístico en París, Francia, en agosto de 1997. Aunque nunca se probó nada, la gente siempre marcó a Isabel II y Carlos como autores intelectuales.
No todo han sido problemas maritales o personales, pues una institución con tanta injerencia política también ha cometido errores en este ámbito. Como lo muestra el caso de Carlos III aceptando donaciones extraoficiales para una institución benéfica que él presidia. En febrero del año pasado la policía londinense informó que este dinero supuestamente se entregó a cambio de que el monarca diera títulos honoríficos a empresarios saudís. En total se le acusó de recibir más de tres millones de euros entre 2011 y 2015.
Esta no es la única del rey, pues en 2017 una investigación de BBC y The Guardian reveló que él fue uno de los máximos involucrados en la compra de acciones de una compañía dirigida por un empresario amigo suyo. Esta era de atención a problemas climáticos, por lo que sirvió para lavar su imagen como luchador por el medio ambiente.
Pero sus polémicas no se limitaban a su colusión con empresarios, pues también fue apuntado por enviar cartas presionando a ministros británicos entre 2004 y 2005. En estas cartas hacía peticiones directas al primer ministro Tony Blair, solicitando más equipamiento para los militares con presencia en Irak, como helicópteros. Quizá lo más criticado fue su insistente abogo por las medicinas naturistas; aunque las normativas de la Unión Europea descalificaban la herbolaria por falta de sustento científico, Carlos pedía que se retrasara la entrada en vigor de las normas.
Después de todo, parece la única persona que supo comportarse a la altura de lo que implica una monarquía es la reina Isabel, ya que, a pesar de algunas acciones cuestionables, su reinado de 70 años no fue una cuestión azarosa, más bien fueron el resultado de su rectitud incluso en contextos de apremio como la guerras de las Malvinas o los escándalos de sus familiares, a quienes también supo manejar en las crisis.