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Es por todos conocido que los automóviles expiden altas cantidades de contaminantes. En las calles, autopistas y todo tipo de vialidades, es habitual observar como las unidades desprenden humo apenas arrancan, aunque esto no siempre es por el mismo motivo. Lo que desprenden los coches a veces varía de color, esto se debe a causas como fallas en el motor u otros componentes.
Se estima que cada año, un coche de uso promedio emite alrededor de 4.6 toneladas cúbicas de dióxido de carbono (CO2). Según la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), hasta 2021, en México el sector de transportes era responsable de 25 % de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Todos los vehículos, sin excepción, emiten gases, aunque en la mayoría de los casos no son visibles, y esto es porque el trabajo dentro del motor se da con normalidad. Los medios de transporte que funcionan con base en la combustión interna tienden a emitir humo en diferentes tonalidades a través del tubo de escape cuando hay fallas internas.
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Hay cuatro colores que se pueden ver con más frecuencia: azul, blanco, gris y negro. Estos revelarán la avería principal.
El humo azul se hace presente cuando se quema el aceite de lubricación y además de la nube, estará acompañado de olores. El defecto es que el turbocompresor se ha dañado, lo que significa que las juntas, anillos, camisas u otros sellos se han roto o fracturado, permitiendo que el aceite pase hacia la cámara de combustión.
Este problema puede ser grave si no se atiende a la brevedad, ya que el motor empezará a consumir el aceite en exceso, lo que dejará sin lubricación los pistones y a su vez provoca desgaste, mayor fricción de los metales y aumento en la temperatura del auto. Las señales son notables cuando el sonido de la marcha cambia, los niveles de aceite son más bajos y la aceleración se traba.
Lo indicado en estos casos es detener el funcionamiento completamente para no continuar con el daño, fijarse en los niveles de aceite con la bayoneta y agregar más de ser necesario para continuar o llamar a una grúa y acudir con un mecánico.
Por su parte, el humo blanco en primera instancia no es una señal tan alarmante, ya que este es principalmente vapor. Corresponde a la acumulación de agua en el escape, que se evapora cuando el auto empieza a calentar y se disipa rápidamente. Es común verlo en las mañanas o en temporadas de frío.
Por el contrario, si este humo tarda en dispersarse y es más concentrado puede ser un problema de anticongelante que se quema en el motor. Este líquido es importante para conservar en medidas óptimas la temperatura, por lo que si se cuela a la cámara de combustión genera sobrecalentamiento en los metales internos y más fricción, dañando el motor.
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Mientras tanto, el de color gris aparece por otros factores, que pueden ser por el exceso de aceite lubricante o que el líquido de transmisión se filtre al área de combustión debido a una falla en los procesos de vacío y la falta de aire en la cámara. Otra causa es que también haya un desperfecto en las válvulas PCV, que son las encargadas de continuar con el ciclo de regresión de contaminantes a la cámara de ignición, mandándolas al escape.
Finalmente, el humo negro puede ser el más llamativo por el propio color. El diagnóstico más común es que se está consumiendo gasolina o diésel en exceso por el mal estado de los inyectores. La raíz de este problema es el filtro de aire, ya sea porque está roto o muy sucio, forzando el flujo de aire, derivando en más quema de hidrocarburos y deterioro en el funcionamiento de las bujías. Más raro, pero no por eso poco probable, es la falla de los sensores de oxígeno que no permiten la correcta mezcla de combustible.
Es recomendable que, ante la detección de cualquier anomalía en la marcha de un coche, se pare y se llame a una grua que lleve el auto a un mecánico para que se revise y los daños no sean mayores o irreparables. Seguir usando el vehículo con una avería puede ocasionar un accidente por un desperfecto mayor mientras se conduce.
