MOLIÉRE. El fascismo, Abbot, Cuevas y Fox

MOLIÉRE. El fascismo, Abbot, Cuevas y Fox

La destrucción del ser humano o su calidad como tal son algunas de las características del fascismo. Puede ser una acción o una frase que lleven a lo mismo, pero el resultado es igual. No son acciones inesperadas, sino hechos pensados y que llevan indefectiblemente a la deshumanización. Vemos lo que está haciendo Greg Abbott el gobernador de Texas, con una decisión que no deja  dudas: los migrantes y sus hijos pequeños  no tienen  ningún  valor. Pueden ser arrojados para que el río los ultime y mientras, se colocará una barrera

redondeada con boyas, para que los que queden no puedan remontar las aguas y llegar al país. En la capital mexicana, la alcaldesa de Cuauhtémoc Sandra Cuevas,  va minando el sentido humano de los que no deben de estar en ese espacio. Habitantes de la zona hablan de una limpieza social que  va destruyendo todo lo que  significa la existencia,  espacios, arte, satisfactores vitales, formas de vida y de expresión: ”Nos quiere borrar del mapa”, han dicho. Y por otro lado, el ex presidente Vicente Fox, además de recriminar todo lo que signifique apoyo social, lanzó una lista ofensiva para discriminar  a cuatro precandidatos de Morena, por orígenes señalados para menoscabar su valor. El odio que destruye a lo extraño.

 

LA DESHUMANIZACIÓN EXHIBE LA PÉRDIDA DEL VALOR DE LA VIDA

 

El tipo que arrojó en San Luis Rio Colorado, Sonora, una bomba molotov en la puerta de un bar, no lo hizo al momento llevado por la furia. Fue a buscar elementos para crear el artefacto y regresó consciente a vengarse de los que lo habían expulsado del lugar. Fue un acto pensado, la intención de destruir. Desde hace décadas en nuestro país y otras partes del mundo, el valor de la vida fue entrando en un estrato de minusvalidez y tiende a crecer.  Antes, esa situación no estuvo ausente, porque empobrecer y negar los sustentos para una vida digna  con seguridad social, es una forma de minusvalidez que se refleja en el desprecio a la vida. Las decisiones tomadas en relación a la violencia que se representaban de otras formas, también expresaban la disminución del valor existencial. Y así todo lo que va disminuyendo la vida, va entrado de muchas maneras a una etapa fascista que se recrudece cuando hay odio ideológico e insensatez. Por desgracia, Abott, Cuevas y Fox, no son la excepción.

 

MOLIÉRE: EN TODAS LAS ÉPOCAS SE ASOMA EL DESTRUCTOR DE VIDAS

 

En las muchas obras en las que Jean Baptiste Poquelín, Moliére, exhibe las flaquezas del ser humano, siempre se llega a una en la que el personaje central pugna por destruir a partir de la ambición, la mentira y la hipocresía. En ese recorrido por El enfermo imaginario, El Misántropo, El Avaro, El médico a palos y otros, se arriba a la obra que más le costó a Moliére representar: El Tartufo. Los poderíos conservadores, la santurronería  de la época expresados por la  iglesia católica, la ultraderecha aplicada entonces en una convención extraterrestre que avasallaba al mundo, fue obstáculo para los grandes talentos de la época para dar a conocer sus verdaderas visiones de lo que pasaba. El Tartufo, obra representada miles  de veces a nivel mundial, se acerca a los personajes que ahora delinean ese fascismo que se nos quiere colar por muchas partes. El personaje Tartufo es un destructor, un hipócrita, un mentiroso que se mete en la vida del otro personaje central, Orgón, para destruir su vida a partir de robarlo, sobajarlo e irlo menguando emocionalmente y dejarlo en una etapa de deterioro. Los personajes que giran en torno son también víctimas, sobre todo la hija de Orgón a la que él quiere obligar a casarse con el mendaz Tartufo. Pero ahí es donde relumbra la grandeza de los enormes talentos. Es el pueblo el que aparece en la persona de Dorina, la fiel sirvienta, que se da cuenta de los  enjuagues de Tartufo y aliada por otros familiares le tienden una trampa al falaz y lo descubren.  El final feliz se acerca en la vida real, cuando el rey Luis XIV entra al quite en la sanción que habían impuesto a Moliere de no representar la obra desde 1664 y es hasta 1669 cuando la obra entra en cartelera. El triunfo de la verdad se abre, como puede abrirse a partir del pueblo en este momento cuando las amenazas oscuras se levantan en el mundo (España, Guatemala) y lo vemos en México con mendaces que lanzan su reto oscurantista para tratar de imponer sus hipocresías y mentiras. Pero ya saldrá con el pueblo otra Dorina.