El cine independiente mexicano: un arte que lucha por sobrevivir

El cine independiente mexicano: un arte que lucha por sobrevivir

Foto: Unsplash

Por cuarto año consecutivo Puebla será la sede del Encuentro de Cine Independiente: Cine Show MX, un espacio para vincular a los cineastas emergentes con los empresarios de la industria cinematográfica. En nuestro país este tipo de cine no siempre recibe muchos reflectores, a pesar de que se den producciones de calidad, algo que se explica por diversos factores. 

 

La BUAP será la sede de dicho evento en el que se mezclarán los cineastas recién egresados, estudiantes y grandes productoras de la talla de Warner Bros. y Disney, dos de las grandes acaparadoras de salas en México. Aún cuando han competido contra estos gigantes, los realizadores mexicanos han destacado en el plano nacional e internacional, entonces, ¿cuáles son los retos del cine independiente? 

 

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Ya sea por falta de presupuestos, apoyo y financiamiento público, por la competencia desigual que existe frente a las producciones extranjeras, o bien, por la falta de un público que se interese en propuestas alternativas, el cine independiente mexicano tiene que sortear varios obstáculos desde su rodaje hasta su distribución 

 

Una de las principales aristas es la distribución inequitativa de las salas de exhibición. Hasta 2021 se tenía conocimiento de que en el país existían 7,252 salas de cine, de las que la cadena Cinépolis posee 4,001, mientras que Cinemex tiene en su haber 2,400 pantallas en todo el país. 

 

Sin embargo, por más que haya espacios de exhibición esto no significa que se destinen a las producciones nacionales. En 2019 se estrenó la tan ansiada “Avengers: Endgame”, la que hoy es la película más taquillera de la historia. En nuestro país la cinta estuvo en el 96 % de las salas de cine, relegando a las nacionales de gran calidad como “Sueño en otro idioma”. 

 

Algo similar sucedió en 2017 cuando se estrenó “Coco”, película de Disney que provocó el atraso de dos años para la película mexicana “Día de muertos” a fin de que pudiera tener mejores opciones en taquilla. 

 

 

Con la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) en 1992 se dejó de lado la ley que reservaba el 50 % de las salas para el cine nacional y dejaba el precio de los boletos al estado. Con la entrada del TLC sólo se dejaron el 30 % de las salas con reducciones graduales que bajaron hasta el 10 %. Con la negociación más reciente del 2017 el panorama no cambió y se sigue priorizando a las películas extranjeras. 

 

Por otra parte, en los últimos años se han derogado diferentes apoyos gubernamentales que servían para producir películas de los nuevos talentos. En 2020 el Congreso de la Unión desapareció un total de 109 fideicomisos de estímulo para periodismo, cultura y cine, incluyendo el Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad (Foprocine) y el Fondo de Inversión y Estímulos para el Cine (Fidecine). 

 

Esto significó un atentado contra la realización de artes cinematográficas, en 2022 se pararon 50 películas por la falta de 85 millones de pesos a la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas. Además, en noviembre del 2022 estuvo a punto de suspenderse la entrega de los premios Ariel debido a la crisis financiera, hasta que el cineasta Guillermo del Toro se ofreció a costear la ceremonia. 

 

Para fortuna de los artistas, ayer la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) declaró inconstitucional la desaparición del Fidecine con el argumento de que procura que la sociedad participe y tenga acceso al cine. 

 

Finalmente, en nuestro país la falta de acceso a las propuestas alternativas, pues las películas de bajo presupuesto casi siempre se proyectan en circuitos muy reducidos y de poco alcance. Para esto también se han dispuesto proyectos como las cinetecas nacionales, pero estas siguen enfocadas a perfiles de nicho. 

 

 

En la Ciudad de México se cuenta con tres de estas, pero en el resto del país no se difunden este tipo de proyectos para que la gente se acerque a otro cine. Como resultado, los proyectos y festivales pequeños no tienen mayor difusión y en algunas ocasiones terminan proyectando producciones sin público. 

 

Pese a tener mucho en contra, los artistas han labrado un nombre en la industria con sus producciones. Uno de ellos fue Alonso Ruizpalacios, quien se dio a conocer en 2014 con su película “Güeros”, protagonizada por Tenoch Huerta, Ilse Salas y participación suya. Posteriormente sacó otras como “Museo” (2018) y “Una película de policías” (2021). 

 

También está la mexicana Alejandra Márquez Abella, que empezó en 2009 con un cortometraje para luego sacar su primera película “Semana Santa” (2015), y en 2019 su película más conocida “Las niñas bien”, basada en el libro homónimo de Guadalupe Loaeza. 

 

Además de ellos también ha figurado Jimena Montemayor, directora de películas como “En la sangre” (2012) y “Restos de viento” (2017). Su trabajo más reciente se titula “Mujeres del alba”, una cinta que se prevé sea estrenada este año. 

 

Finalmente, el que quizá es menos conocido es Bernardo Arellano, quien ya tiene una carrera con varias producciones y ha colaborado con actores de renombre como Tenoch Huerta. En su filmografía se enlista “El paraíso de la serpiente” (2019), “Fuego negro” (2020) y “El comienzo del tiempo” (2014). 

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