
Seguramente te ha pasado que estás trabajando en algo importante, pero de repente te distraes con un mensaje, una notificación, un recuerdo o una preocupación. Resulta que no eres el único, e incluso existe un término que se ha acuñado para esto.
A este fenómeno se le conoce como “Mente de Mono”, un término que proviene de las filosofías orientales y que describe la tendencia de nuestra mente a estar constantemente ocupada con pensamientos, preocupaciones y distracciones.
La “Mente de Mono” se basa en un mono inquieto, que salta de rama en rama sin quedarse quieto en ninguna. Esta metáfora sugiere que nuestra mente es como un mono que no tiene control sobre sus impulsos y que se deja llevar por cualquier estímulo que capte su atención.
Quienes acuñaron el término sostienen que nuestra mente genera miles de pensamientos al día, pero la mayoría de ellos son irrelevantes, repetitivos o negativos.
La “Mente de Mono” no solo nos impide concentrarnos en lo que realmente importa, sino que también nos genera estrés, ansiedad y malestar emocional.
Al estar constantemente pensando en el pasado o en el futuro, nos desconectamos del presente y perdemos la oportunidad de disfrutar de lo que estamos viviendo. Además, al no enfocarnos en una sola cosa, reducimos nuestra eficiencia, nuestra creatividad y nuestra calidad de trabajo.
¿Cómo podemos calmar la “Mente de Mono"?
Existen varias técnicas y hábitos que nos pueden ayudar a lograrlo. Por ejemplo, al ser un término oriental, se recomienda practicar la meditación para observar nuestros pensamientos sin juzgarlos ni identificarnos con ellos.
Una forma de evitar la dispersión y la procrastinación es tener claro qué tenemos que hacer y en qué orden. Para ello, podemos hacer una lista de las tareas que tenemos pendientes y asignarles un nivel de importancia y urgencia.
Otro factor que alimenta la “Mente de Mono” son las distracciones externas, como el teléfono, las redes sociales, el correo electrónico, la televisión, entre otros. Pues son estímulos que nos interrumpen constantemente y nos hacen perder el foco.
Por eso, es conveniente apagar o silenciar estos dispositivos, o usar aplicaciones que nos ayuden a bloquearlos temporalmente cuando necesitamos concentrarnos en algo.
Tampoco podemos pretender estar todo el día con la mente activa y alerta, sin darle un respiro. Nuestra capacidad de atención es limitada y se agota con el uso.
Por eso, es necesario hacer pausas cada cierto tiempo y aprovecharlas para relajarnos, estirarnos, tomar agua, respirar profundamente, o hacer algo que nos guste. Así podemos recargar las pilas y volver al trabajo con más energía y motivación.
La “Mente de Mono” es un fenómeno muy común en nuestra sociedad actual, que nos impide aprovechar al máximo nuestro potencial y nuestro bienestar. Sin embargo, podemos aprender a dominarla y transformarla en una mente más tranquila, enfocada y productiva.