Los peligros de diluir nuestros idearios

Los peligros de diluir nuestros idearios

Estamos en época electoral, oficialmente hasta el primero de marzo es el periodo de intercampaña. De acuerdo con el Instituto Nacional Electoral (INE) ni los partidos políticos ni los candidatos pueden llamar al voto, pero sí pueden exponer la ideología, valores, principios y programas de partido a fin de que la sociedad se identifique con ellos. Y aquí es donde la puerca torció el rabo, algunos partidos políticos carecen de ideario claro, se ha diluido, es difuso, ambiguo y engañoso.

 

El sociólogo Zygmunt Bauman, publicó en el año 2000 la obra “Modernidad líquida” para explicar los peligros de una sociedad que carece de elementos sólidos y que permite que todo se le escape entre las manos. Para Bauman, el problema comenzó en el consumismo de la posguerra (1950-1980) que disfrazó la búsqueda de la “libertad humana” por la “libertad de consumo”, de esa forma se generó la falsa idea que las sociedades más democráticas, las más libertarias, son aquellas en las que se consume más ampliamente sin restricciones. La crisis de este insostenible modelo (en lo económico, lo social y lo ecológico) es la marca de nuestros tiempos.

 

La modernidad líquida es entonces una sociedad de individuos más guardados para sí mismos, cada vez más despreocupados de su alrededor, con los deseos de más libertad (de consumo) pero, al estar imposibilitados por las condiciones materiales, deben disfrazar su consumo por una rápida (y barata) búsqueda de satisfacción (extremadamente fugaz) y la búsqueda de pertenencia al grupo dominante de consumo (aspiracionismo a ultranza). La realidad termina desdibujada, el individuo se sume en una fantasía cuasi-eterna y aunque Bauman murió en 2017, ya advertía que las redes sociales digitales podrían ser esos espacios donde se hallen de mejor manera estos individuos.

 

Ejemplos hay muchos, seguro se le han venido a la mente algunos. En Argentina, por ejemplo, el presidente Javier Milei en una reciente gira internacional visita Israel, se coloca la kipá, llora en el muro de los lamentos y se reconoce como judío. Días después visita El Vaticano y toma la comunión como si se reconociera como cristiano, determinantemente contrario al judaísmo que no reconoce a Cristo y mucho menos su cuerpo en la ostia. No importa, todo se ha diluido y es una práctica común para parecer más popular entre ambas religiones.

 

Mientras tanto, el equipo de comunicación de Milei, monopoliza la distribución de las imágenes oficiales que llevan un “retoque”. Pasó de la sutileza de colocar algunos filtros para mejorar el aspecto físico del presidente hasta la distorsión total por Inteligencia Artificial (IA) que muestra a una persona completamente distinta: sin papada, sin arrugas, con ojos más grandes, de mayor estatura, sin panza y con marcada masa muscular. A todas luces es una imagen falsa, pero los seguidores de Milei la reproducen, encubren las fallas y adoptan la práctica: antes de publicar una imagen personal del presidente le hacen las mismas ediciones.

 

Aunque en Argentina se vive el peor momento en décadas por las políticas de choque de Milei, en las redes sociales predominan los elogios de los seguidores; bots y trolles inflan tendencias, distribuyen falsas imágenes de Milei, de la economía y de la vida misma; inventan relatos fantasiosos que describen la situación actual como “mejor” a la que tenían hace algunos años.

 

En México estamos ante un escenario tan parecido que da escalofrío. La candidata de oposición se presenta por una coalición de tres partidos totalmente opuestos ¿cuál es la plataforma ideológica que presentan en la intercampaña? Ninguna, no pueden, prefirió eludir este tiempo con viajes al extranjero. Por un lado, el PRI, oficialmente asociado a la Internacional (la unión de partidos socialistas que fundó el propio Marx); luego el PRD que se formó gracias al registro que tenía el Partido Mexicano Socialista; por último, el PAN que reúne organizaciones de ultraderecha, conservadoras y religiosas como el Yunque.

 

Fantasiosamente todos conviven, sobre todo en la red social X (antes Twitter), encontramos a gays apoyando al PAN (que históricamente ha violentado la agenda LGBTIQA+); a señoras católicas diciendo que “López es comunista”, pero ignorando que el PRI y el PRD (al menos en la tinta) tienen relaciones más cercanas con el comunismo y un largo etcétera de contradicciones.

 

Al igual que Milei, la candidata de oposición difunde imágenes y videos creados con IA, donde se le ve más delgada, sin arrugas, dientes parejos, no tiene el tic de andar con la boca abierta, pronuncia correctamente las “r” y no necesita teleprompter. Al mismo tiempo, inflan tendencias e inventan falsos relatos que defienden vehementemente sus seguidores (una pobre niña maltratada que vendiendo gelatinas salió adelante; un próspero y pacifico país que de repente colapsa por la amenaza de un dictador) y aunque son de corta duración, porque pronto se evidencian las mentiras, su insistencia raya en lo patológico, vuelven entonces su discurso más agresivo, grosero e incluso vulgar.

 

El riesgo de continuar así será un daño irreparable: Milei en Argentina tendrá el tiempo suficiente para entregar lo que quede a manos privadas, la oligarquía será más rica y la población más pobre, mientras sus seguidores defiendan sus imágenes fantasiosas. No queremos que eso se repita en México.

 

El remedio también lo propone Bauman: búsqueda y fortalecimiento de la identidad, mayor sentido de la autocrítica, sobreponer lo colectivo frente al individualismo y las relaciones sociales de largo plazo (con la comunidad) sobre el placer efímero. ¡Sólo el pueblo consciente puede defender la transformación!

 

 

*Profesor-Investigador Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo

 

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores

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