La otra cara del bullying escolar: violencia de maestros hacia alumnos

La otra cara del bullying escolar: violencia de maestros hacia alumnos

Foto: Freepik

El bullying escolar es un problema persistente que afecta a millones de niños y adolescentes en todo el mundo, y Puebla no es la excepción. Si bien el fenómeno del acoso escolar ha sido ampliamente documentado, el caso reciente ocurrido la semana pasada en Zacatlán, ha puesto de nuevo en el centro del debate el impacto devastador de este problema. 

 

El contexto: un niño de 7 años se quitó la vida después de ser víctima de bullying por parte de su maestra, lo que ha generado conmoción en la comunidad y reavivado la discusión sobre las responsabilidades legales y educativas frente a este fenómeno.

 

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¿Qué es el bullying escolar?

 

El bullying escolar se refiere a cualquier tipo de agresión física, verbal o sicológica que un estudiante sufre de forma repetitiva por parte de otros compañeros, profesores o personal de la escuela. Aunque se asocia principalmente con el acoso entre estudiantes, en el caso reciente de Zacatlán, el agresor era un adulto, lo que resalta la gravedad del problema cuando el bullying se da desde una figura de autoridad.

 

Puede manifestarse de varias formas, tales como insultos, amenazas, humillaciones, aislamiento social, entre otras. El fenómeno no solo afecta el bienestar emocional de la víctima, sino que puede tener consecuencias a largo plazo, como trastornos de ansiedad, depresión, baja autoestima y, en casos extremos -como el que se menciona-, el suicidio. 

 

Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los niños que son víctimas de bullying tienen un riesgo mucho mayor de desarrollar problemas sicológicos graves durante su adolescencia y adultez.

 

De acuerdo con testimonios de la familia y algunos compañeros de la víctima, el pequeño de 7 años había sido objeto de constantes humillaciones, burlas y trato despectivo por parte de la docente. La situación llegó a tal punto que, según se ha informado, el niño había expresado en varias ocasiones sentirse inferior y sin valor debido al comportamiento de su maestra.

 

Desafortunadamente, este caso no es aislado. En muchas ocasiones, el bullying no solo involucra a los compañeros de clase, sino que también puede ser ejercido por quienes deberían ser figuras protectoras de los menores: los docentes. 

 

El bullying escolar puede surgir por diversos factores, muchos de los cuales están relacionados con el entorno en el que el niño se desarrolla. Entre los factores más comunes se encuentran los problemas familiares, la falta de control en las instituciones educativas, la falta de autoestima por parte de los agresores y las diferencias físicas o sociales.

 

¿Cómo se tipifica y castiga el bullying ejercido por un adulto hacia un menor?

 

Cuando el bullying es ejercido por un adulto, en este caso por una maestra, la situación cambia significativamente desde el punto de vista legal. La figura del maestro o adulto que ejerce violencia sobre un menor puede ser acusada no solo de acoso escolar, sino de abuso de autoridad y maltrato infantil.

 

En México, el Código Penal establece que el maltrato infantil es un delito. Si se demuestra que un adulto ha ejercido bullying físico o sicológico contra un niño, podría enfrentarse a penas que van desde 5 hasta 10 años de prisión. 

 

En el caso de que el bullying derive en un daño físico o sicológico grave, como un suicidio, las penas podrían incrementarse.

 

La Ley General de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes establece que todos los menores tienen derecho a vivir en un ambiente libre de violencia, lo que implica que las autoridades educativas deben tomar medidas inmediatas cuando se detecten casos de bullying. Si el agresor es un docente, este podría enfrentar no solo sanciones penales, sino también administrativas, que incluyen la suspensión o destitución del cargo, como ya sucedió con la maestra y con la directora de la escuela.

 

Aunque hay protocolos para que las víctimas de acoso escolar puedan denunciar el abuso sin temor a represalias, la tragedia de Zacatlán pone en evidencia que aún hay mucho por hacer, especialmente cuando se trata de la conducta de los adultos que deben ser los encargados de velar por el bienestar de los menores.

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