Uzbekistán, la exrepública soviética que busca convertirse en un destino turístico

Uzbekistán, la exrepública soviética que busca convertirse en un destino turístico

Foto: Unesco, Freepik

El auge turístico no solo está impulsando su economía, sino que también está transformando la forma en que el país es percibido a nivel global. Uzbekistán, tiene una historia marcada por el hermetismo heredada de la era soviética como también por décadas de políticas restrictivas. Actualmente, el país está trabajando para abrir sus puertas al mundo y proyectar una nueva identidad internacional basada en su riqueza cultural y patrimonial.

 

Hasta hace pocos años, Uzbekistán era visto como un país de difícil acceso, marcado por décadas de políticas restrictivas tras la disolución de la Unión Soviética. Sin embargo, desde 2016, el gobierno implemento una serie de reformas destinadas a abrir el país al turismo y al comercio internacional. La flexibilización de los visados, la mejora en la conectividad aérea y la promoción en ferias turísticas globales fue clave para atraer a viajeros de Europa, Asia y América.

 

Ciudades como Samarcanda, Bujará y Jiva, inscritas en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, se convirtieron en los principales atractivos del país. Uzbekistán apuesta por su identidad como cruce de civilizaciones en la Ruta de la Seda, una narrativa que ha resonado en el turismo cultural y de lujo.

 

Desafío de la autenticidad en la narrativa turística

 

A medida que el país busca posicionarse como un destino de referencia en Asia Central, surge un desafío: equilibrar la modernización con la preservación de su identidad cultural. La comercialización del patrimonio, la construcción masiva de infraestructuras turísticas y la creciente occidentalización de algunos servicios plantean dudas sobre hasta qué punto Uzbekistán podrá mantener su autenticidad mientras se reinventa para atraer visitantes.

 

Por otro lado, el turismo no solo está cambiando la percepción del país desde el exterior, sino que también está influyendo en la autopercepción de los uzbekos. La exposición a viajeros internacionales está generando nuevas oportunidades económicas, pero también abre un debate sobre el impacto de la globalización en las tradiciones locales.

 

Un "rebranding" en proceso: ¿éxito o riesgo?

 

Uzbekistán logró posicionarse como un destino emergente con una identidad renovada, pero el reto radica en gestionar este cambio sin perder su esencia. Países como Marruecos o Tailandia enfrentaron desafíos similares, donde el turismo se volvió un motor de desarrollo, pero también generó una mercantilización de la cultura local.

 

Las opiniones se han dividio en torno al proyecto Bujará Eterna, por un lado, por la falta de consulta a los lugareños y por otro, por sus intenciones de remplazar edificios históricos de la era sovietica. "La Unión Soviética destruyó gran parte del patrimonio y lo sustituyó por edificios soviéticos porque quería dejar su propia huella. Esa tradición de demolición sigue, por desgracia, en nuestra sangre", comentó a BBC un arquitecto uzbeko que no quiso revelar su nombre.

 

En definitiva, el éxito de este "rebranding" dependerá de cómo el país logre encontrar un equilibrio entre crecimiento turístico, sostenibilidad y autenticidad cultural. "No debería convertirse en una ciudad sólo para turistas, sino también para sus habitantes. Corre el riesgo de convertirse en una Venecia en el desierto", indicó el arquitecto. (Notipress)

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