
En general, las mujeres tienden a visitar al médico con más frecuencia que los hombres, especialmente cuando de órganos reproductores se trata. Regularmente, el sector femenino de la población suele ser más consciente de su salud y busca atención médica con más frecuencia.
Según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social, en el último año, sólo 38 % de las consultas médicas en el primer nivel de atención fueron solicitadas por hombres, lo que pone de manifiesto la poca atención a su salud al acudir con menor frecuencia al médico.
Dentro de este contexto, y en el marco de la concientización del cáncer de testículo que es reconocido en abril, es importante resaltar que, aún en la actualidad, diversos factores como los tabús, el machismo, la vergüenza y la presión social siguen impactando en la salud de los varones.
De acuerdo al informe del Sistema Nacional de Salud, bajo la coordinación del Centro Nacional de Excelencia Tecnológica en Salud del gobierno federal, en el país se diagnostican cerca de 3,337 nuevos casos de cáncer de testículo, con 670 muertes anuales.
Desafortunadamente, en México la información respecto al cáncer testicular es limitada; sin embargo, algunos datos arrojados por un estudio, señalan que la media de edad de diagnóstico es a los 28 años, con 65 % de los casos clasificados como tumores de células germinales no seminomatosos (TCGNS) y 35% como seminomas. De estos, 40 % fueron diagnosticados con enfermedad metastásica.
Nuestro país tiene una de las tasas de mortalidad más altas por cáncer testicular en comparación con otros países, a pesar de ser altamente curable. Esta enfermedad representa 1 % de todos los cánceres en hombres y 5 % de los tumores urológicos. Además, es el tercer tipo de cáncer más común en hombres de 15 a 69 años y la neoplasia más frecuente en varones de 15 a 35 años.
Se estima una proyección de aumento de 13 % para el 2040, tomando en cuenta el crecimiento poblacional, la tendencia al alza y la detección tardía, influenciada por factores culturales.
Y es que los tabúes, el machismo, la vergüenza y la presión social impactan negativamente en la salud de los varones al desincentivar la búsqueda de ayuda médica o sicológica.
El machismo refuerza estereotipos de "fortaleza" que asocian la vulnerabilidad con debilidad, llevando a muchos hombres a ignorar síntomas físicos o emocionales. La vergüenza, ligada a estos tabúes, dificulta discutir problemas como este tipo de enfermedades.
La presión social, especialmente en entornos donde se espera que los hombres aguanten más, agrava el problema y aumenta el riesgo de enfermedades como el cáncer testicular.
Estudios demuestran que los hombres tienen tasas más altas de mortalidad por enfermedades prevenibles y menor esperanza de vida que las mujeres debido a estos factores socioculturales. Por ello, promover la educación y la desestigmatización es clave para mejorar estas cifras.