Un nuevo papa: los nombres que suenan para suceder a Francisco en el Vaticano

Un nuevo papa: los nombres que suenan para suceder a Francisco en el Vaticano

Foto: Xinhua

La muerte del papa Francisco puso fin a un pontificado que marcó un antes y un después dentro del Vaticano, con una agenda que impulsó la modernización de la Iglesia y acercó a quienes alguna vez se sintieron excluidos. Debido a su estado de salud, en las últimas semanas ya se había especulado sobre su sucesión, por lo que ahora la atención del mundo se centra en la Capilla Sixtina, donde los cardenales con derecho a voto definirán quién será la cara del catolicismo en el mundo.

 

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Ahora, no se trata solo de nombres, sino del modelo de Iglesia que emergerá nuevamente del cónclave. Las posturas de los posibles sucesores van desde visiones conservadoras que quieren recuperar las viejas estructuras, hasta propuestas que continúan el legado inclusivo de Francisco. La tensión entre tradición y renovación es evidente entre los católicos, por lo que la elección, como señalan los analistas especializados, deberá englobar si regresan a la dominancia europea o abren las puertas a otras regiones.

 

Entre los nombres que circulan con más fuerza, hay un grupo que sobresale por su trayectoria y perfil, uno de ellos es Pietro Parolin, actual secretario de Estado del Vaticano, un italiano con una amplia carrera diplomática. Su habilidad para negociar y construir consensos es reconocida entre los católicos, pero su cercanía al poder podría jugarle en contra, ya que históricamente los ocupantes de ese cargo rara vez son electos. Por otro lado, Peter Erdö, desde Hungría, representa una postura más conservadora, aunque su escasa presencia mediática y la disminución de su influencia en los sínodos le quitan protagonismo.

 

 

Otro nombre de interés es el del filipino Luis Antonio Tagle, quien es descrito como carismático, y tiene una visión pastoral abierta, por lo que podría ser el primer pontífice asiático. Es de los más jóvenes y tiene un perfil más orientado a lo espiritual que a lo administrativo, por lo que podría generar dudas entre sus colegas. También aparece el italiano Matteo Zuppi, activo en la diplomacia vaticana y cercano al papa Francisco; sin embargo, su bajo perfil y el rechazo de algunos sectores conservadores podrían obstaculizar su camino.

 

 

África es representado por Fridolin Ambongo Besungu, del Congo, quien una visión firme y alineada con valores tradicionales, especialmente en temas doctrinales. Por su parte, Peter Ebere Okpaleke, de Nigeria, representa una continuidad más moderada del legado de Francisco, y pesar de los problemas en su país, su compromiso pastoral lo posiciona como un candidato emergente y respetado dentro del Colegio Cardenalicio.

 

 

De Asia, Charles Maung Bo, originario de Myanmar, ganó notoriedad por su denuncia de los abusos cometidos por el régimen militar. Su trayectoria está marcada por años de servicio y defensa de las minorías, convirtiéndose en un símbolo de resistencia y compromiso social. Pierbattista Pizzaballa, el italiano al frente del patriarcado latino de Jerusalén, también entra en las consideraciones gracias a su experiencia en Medio Oriente y su enfoque misionero, que lo alejan de las disputas internas del Vaticano y lo presentan como una opción viable.

 

 

Aunque la posibilidad de otro papa latinoamericano, al menos por ahora, son pocas, Argentina tiene cuatro cardenales con capacidad de voto que podrían ser considerados. Ángel Sixto Rossi, conocido por su labor social, Mario Aurelio Poli, con una gestión pastoral cuestionada pero de largo recorrido, Vicente Bokalic Iglic, recientemente elevado al cardenalato y con una fuerte presencia en el norte argentino, y Víctor Manuel Fernández, una de las figuras más vinculadas a Francisco, con posiciones similares en temas controversiales. Aunque ninguno figura como favorito.

 

La elección del nuevo papa se llevará bajo un procedimiento estricto, donde los cardenales menores de 80 años se encierran en la Capilla Sixtina y deliberan, rezan y votan en completo aislamiento del mundo exterior. Este mecanismo, según dicen, garantiza la autonomía del proceso.

 

Con un total de 138 electores habilitados, la decisión exige una mayoría de dos tercios, lo que se traduce en días o incluso semanas de votaciones, dependiendo del nivel de acuerdo que se alcance.

 

Además de ser una instancia política, el cónclave es un evento espiritual. Cada jornada comienza con misas y oraciones, buscando inspiración divina, y solo cuando un candidato obtiene el apoyo necesario, se quema el papel de las papeletas con sustancias que generan el humo blanco, señal de que hay una decisión, “Habemus Papam”.

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