
Cada año, el 25 de abril se celebra el Día Mundial de los Pingüinos, invitando a valorar su presencia en los mares del hemisferio sur y a reconocer su papel en los ecosistemas marinos. En Argentina, varias especies habitan sus costas e islas, demostrando no solo su capacidad de adaptación sino también la fragilidad de los ambientes donde viven.
Entre ellas, el pingüino de Magallanes destaca por su resistencia y comportamiento migratorio que van desde lugares como Península Valdés hasta Tierra del Fuego. Esta especie lleva a cabo viajes extensos para reproducirse, volviendo al mismo nido y reencontrándose con su pareja tras meses de separación. Ambos comparten la incubación de los huevos, en una muestra de cooperación natural.
En zonas más australes, el pingüino penacho amarillo del sur se distingue por su llamativa cresta dorada. Se puede encontrar en sitios como Puerto Deseado, las Malvinas y regiones subantárticas, y es capaz de criar en terrenos rocosos y soportar temperaturas extremas. Su apariencia lo convierte en uno de los más peculiares de su tipo.
También en estos parajes vive el pingüino papúa, de aspecto inconfundible por sus patas rosadas, pico naranja y anillos oculares blancos. Aunque sus colonias no son tan numerosas, se destacan por su capacidad de nadar a gran velocidad, superando los 30 km/h, lo que lo posiciona como uno de los más veloces del mundo.
Imponente por su tamaño, el pingüino rey puede alcanzar los 90 centímetros, pesar más de 15 kilos y su plumaje anaranjado le otorgan un aire majestuoso. Vive mayormente en islas subantárticas y suele ser confundido con el pingüino emperador.
Matías Arrigazzi, especialista de Greenpeace Argentina, explicó que estas aves actúan como bioindicadores del estado del mar, debido a que su comportamiento y salud ofrecen señales claras de desequilibrios ambientales, funcionando como advertencias naturales ante cambios que afectan a todos los seres vivos.
Sin embargo, estas especies enfrentan amenazas, dado que la sobrepesca reduce su alimento, la contaminación por plásticos y petróleo afecta sus hábitats y el cambio climático altera sus ciclos. A esto se suman las consecuencias de acciones humanas que dañan sus colonias.
El 7 de mayo se llevará a cabo una audiencia en Trelew relacionada con la masacre de pingüinos en Punta Tombo, donde se tratará la apelación al fallo que condenó a Ricardo La Regina por daño ambiental y crueldad animal. Greenpeace estará presente para sostener la sentencia que responsabilizó al acusado por la destrucción de nidos y la muerte de pingüinos durante su temporada reproductiva.
Con este caso, se pretende dejar el mensaje de que el daño a la biodiversidad no quedará sin consecuencias. La defensa de esta sentencia representa un paso importante en la protección del ambiente y en la lucha contra acciones que priorizan intereses individuales por sobre la naturaleza.