
La mañana del martes, la escultura de Fray Sebastián de Aparicio, ubicada en el turístico El Parián, amaneció vandalizada, alguien le colocó unos guantes negros. No era la primera vez. Aunque el acto podría parecer irrelevante para algunos, volvió a poner en el centro del debate la figura de un hombre al que la historia y la fe le han reservado un sitio especial en Puebla.
¿Lo viste? ???? ????????♀️????????♂️
— Imagen Poblana (@ImagenPoblana) June 5, 2025
En la zona de El Parián, la estatua del Beato Fray Sebastián de Aparicio fue vandalizada y se observa con unos guantes negros, luego que en meses anteriores robaran sus manos pic.twitter.com/WlgLEEWluy
¿Quién fue el Beato Fray Sebastián de Aparicio?
Sebastián de Aparicio nació en 1502 en La Gudiña, Galicia, España. Llegó a la Nueva España (actual México) en el siglo XVI, donde se destacó como un obrero, empresario y benefactor de los más necesitados. Fue conocido principalmente por ser el creador de caminos y medios de transporte en la región, incluyendo la construcción de la primera carreta que facilitó el comercio y la comunicación entre ciudades como México y Zacatecas.
Durante su vida secular, Sebastián fue un hombre emprendedor que acumuló tierras y riquezas, pero mantuvo siempre un espíritu humilde y caritativo. A los 72 años decidió donar sus propiedades a las monjas del convento de Santa Clara en la Ciudad de México y tomó el hábito franciscano en 1574, iniciando su vida monacal en el convento de San Francisco el Grande. Fue enviado a varios conventos, principalmente en Puebla y Tecali, donde se encargó de tareas humildes como cocinero, portero y limosnero. Recorrió la región de Puebla-Tlaxcala con carretas y bueyes para recaudar limosnas y ayudar a su comunidad.
A pesar de ser analfabeto y no dominar bien las ceremonias religiosas, su vida fue un ejemplo de humildad, pobreza y dedicación, siguiendo el modelo de San Francisco de Asís.
Murió el 25 de febrero de 1600, en Puebla de los Ángeles. Su cuerpo, sorprendentemente incorrupto, permanece expuesto en el Templo de San Francisco, donde es venerado por miles de fieles cada año.
¿Por qué sigue siendo beato y no santo?
Sebastián de Aparicio fue beatificado por el Papa Pío VI en 1789 y, desde entonces, ha recibido un culto constante y ha sido objeto de numerosos milagros documentados (alrededor de 968). Sin embargo, su proceso de canonización se ha detenido. Según expertos y la comunidad franciscana, la causa está en manos de la Iglesia y depende de que el episcopado mexicano solicite formalmente a Roma su canonización. Se considera que cumple con los requisitos para ser santo, pero la formalización del proceso requiere impulso institucional.
Asimismo, en años recientes, la Comisión Arquidiocesana para la Causa de los Santos en Puebla ha renovado los esfuerzos para recopilar más casos. Incluso ha invitado a la sociedad a compartir testimonios sobre milagros actuales relacionados con el beato.
El legado que lleva en Puebla
Cada año, el 25 de febrero, cientos de poblanos llevan sus automóviles al Templo de San Francisco para bendecirlos en su nombre. Fray Sebastián es considerado el protector de los conductores y transportistas.
Y otro de los aspectos que más impresiona a quienes visitan el Templo de San Francisco es la presencia del cuerpo incorrupto del beato, resguardado en una urna de cristal desde hace más de cuatro siglos. Su rostro sereno, sus manos visibles y la ausencia de signos evidentes de descomposición han asombrado tanto a fieles como a escépticos. Muchos visitantes, aun sin ser devotos, confiesan sentir una mezcla de asombro y respeto ante ese cuerpo que desafía el paso del tiempo.