El diagnóstico de vitíligo durante la infancia o adolescencia puede afectar profundamente la manera en que los menores construyen su autoestima. La aparición de manchas despigmentadas en la piel genera interrogantes personales y sociales, en especial durante las etapas de mayor cambio emocional.
Los primeros años escolares, especialmente entre los 8 y 9 años, es común que los menores enfrenten momentos de inseguridad sobre su apariencia. Estos sentimientos pueden intensificarse al comenzar la adolescencia, etapa en la que el deseo de encajar con los demás se vuelve más notorio.
Sin embargo, la visión cultural en torno al vitíligo está cambiando. Las nuevas generaciones han comenzado a percibir esta condición con menor carga negativa. Muchos adolescentes la interpretan como una característica distintiva que los hace únicos, en lugar de una limitación. Este giro en la percepción representa una evolución significativa en términos de inclusión.
Durante su participación en Dermaland 2025, Karen Feréz, dermatóloga y médica internista, quien ha trabajado con múltiples pacientes jóvenes diagnosticados con vitíligo, destacó que es fundamental brindar acompañamiento emocional y médico durante este proceso. Según su experiencia clínica, la adolescencia es una etapa clave para formar una relación saludable con el cuerpo, y el contexto familiar y social puede hacer una gran diferencia.
Además, el entorno educativo y el apoyo sicológico deben contribuir también a reducir el estigma y promover la empatía entre pares. Además, el incremento de referentes públicos con vitíligo en redes y medios ha ayudado a reforzar mensajes de aceptación y orgullo personal.
Con esta transformación cultural y médica, se abre una oportunidad única para que quienes viven con vitíligo desde pequeños puedan construir una identidad basada en la autenticidad y la confianza, y no en la apariencia. (Notipress)
