De acuerdo con un informe de la red científica World Weather Attribution (WWA), la ola de calor que se registró en mayo provocó que la capa de hielo de Groenlandia se derritiera 17 veces más rápido que el promedio histórico para ese mismo periodo. Además, la ola también afectó a Islandia, donde se registraron temperaturas superiores a los 26°C, cifra inédita para esa latitud en esa época del año.
Asimismo, los científicos de la WWA advirtieron que este fenómeno no habría sido posible sin los efectos del cambio climático. Según Friederike Otto, coautora del estudio y profesora asociada del Imperial College de Londres, el incremento en la tasa de derretimiento elevó significativamente la contribución de Groenlandia al aumento del nivel del mar.
La comparación se llevó a cabo tomando como referencia el promedio de deshielo durante la tercera semana de mayo entre 1980 y 2010. Durante este periodo, el este de Groenlandia experimentó temperaturas aproximadamente 3.9 °C más altas que las registradas en la era preindustrial, según datos de la WWA.
Pero más allá del impacto ambiental global, las consecuencias afectan directamente a las comunidades locales. En Groenlandia, el derretimiento reduce la capacidad de las poblaciones indígenas para cazar sobre el hielo, comprometiendo su sustento y modo de vida tradicional.
En cuanto a la infraestructura, tanto en Islandia como en Groenlandia, las edificaciones no están diseñadas para soportar temperaturas tan elevadas, lo que eleva el riesgo de inundaciones y daños en caminos e instalaciones. Además, el deshielo del permafrost puede liberar metales pesados en los cuerpos de agua y afectar la calidad del ambiente.
La WWA enfatizó que este tipo de fenómenos extremos representan una amenaza creciente, no solo para el equilibrio ambiental del Ártico, sino también para la salud pública y la seguridad de las comunidades locales.
