
La comprensión científica sobre la obesidad ha evolucionado significativamente en la última década. Aunque aún persisten percepciones que atribuyen esta enfermedad al simple desequilibrio entre consumo y gasto calórico, especialistas insisten en que esta visión es reduccionista y perjudicial. La obesidad, reconocida como enfermedad crónica desde 2013 por la Asociación Médica Estadounidense, responde a una interacción compleja entre factores genéticos, biológicos, sociales y ambientales, señalan organismos como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
Datos recientes indican que hasta un 70% de la variación del índice de masa corporal (IMC) puede explicarse por la genética, lo cual incluye desde variaciones en genes específicos hasta condiciones metabólicas hereditarias. No obstante, estas influencias pueden interactuar con factores del entorno, como el acceso limitado a alimentos saludables y asequibles, una realidad común en los denominados "desiertos alimentarios". En estas zonas, las personas enfrentan barreras económicas y logísticas para adoptar hábitos saludables, lo que contribuye al incremento en las tasas de obesidad.
Kimberly Gallien, trabajadora social del Centro de Pérdida de Peso y Cirugía Bariátrica del Hospital Houston Methodist, explicó que el tratamiento de la obesidad no puede basarse en juicios sobre la voluntad de las personas. "Cuando me reúno con ellos para evaluaciones psiquiátricas, les recuerdo que también podría deberse a una nutrición insuficiente", comentó. Además, destacó el impacto de factores como el estrés crónico y la privación del sueño alteran el equilibrio hormonal y fomentan el aumento de peso. El cortisol, por ejemplo, se relaciona con un mayor apetito y antojos calóricos.
Al contexto, de la actividad física, si bien fundamental, también se ve condicionada por el entorno. Según datos del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, menos del 26% de los adultos cumple con las pautas mínimas de ejercicio, cifra que evidencia una tendencia generalizada, no exclusiva de quienes viven con obesidad. Gallien afirmó que "al tratar una enfermedad metabólica. La obesidad, debemos considerar a la persona en su totalidad, no solo lo que indica la báscula".
Por otra parte, se cuestiona la utilidad del IMC como herramienta única para diagnosticar la obesidad. Esta medida, desarrollada en el siglo XIX para varones europeos, no distingue entre masa muscular y grasa corporal, lo que puede inducir clasificaciones erróneas. "El IMC no es la métrica definitiva que la mayoría de la gente cree", señaló Gallien. En su lugar, los centros especializados utilizan evaluaciones de composición corporal más precisas para obtener un panorama detallado de la salud del paciente.
Tal estigma asociado al peso y los sesgos en entornos médicos también representan obstáculos importantes para el tratamiento. "Muchos pacientes comentan que esta simple cuestión de dónde sentarse puede ser un obstáculo para vivir la vida", expresó Gallien al referirse a las condiciones físicas de los consultorios. Estas experiencias impactan emocionalmente a los pacientes y, en muchos casos, retrasan la atención médica necesaria.
Como última instancia, Gallien subrayó que el enfoque en la pérdida de peso debe ir más allá de los números. "El éxito en el control de peso no se trata de fuerza de voluntad, sino de capacidad de planificación", explicó. Así, factores como el estado de ánimo, la calidad del sueño o la rutina diaria resultan igual de relevantes que la dieta para mejorar la salud integral.
En esta línea de pensamiento holístico, el médico bariatra, David Montalvo, especialista en medicina cannábica, ha señalado la importancia del sistema endocannabinoide en los procesos metabólicos y de regulación del apetito. "Sabemos que este sistema influye en el equilibrio energético, el metabolismo de lípidos y la homeostasis corporal", afirmó en entrevista para NotiPress. Montalvo explicó que la activación de ciertos receptores endocannabinoides puede estar relacionada con patrones de alimentación disfuncionales, como los atracones o la búsqueda compulsiva de alimentos ricos en azúcar y grasa. Esto abre nuevas posibilidades terapéuticas para tratar la obesidad desde una perspectiva médica más integral y menos estigmatizante. (NotiPress)