Sheinbaum profundiza la militarización de Calderón

Sheinbaum profundiza la militarización de Calderón

Porque los extremos se tocan, Claudia Sheinbaum quien dice ser lo opuesto de Felipe Calderón, converge y profundiza la extrema militarización del país.

 

Hace poco menos de un año, le comentaba aquí que en prácticamente todos sus discursos de su muy larga campaña –tres años– y como candidata ganadora de los comicios federales, la entonces Presidente electa había omitido el tema de la exagerada militarización del territorio, de los puestos administrativos que corresponden a civiles y hasta de la (nociva) influencia que sus gerifaltes ejercieron sobre López Obrador, quien hace poco más de siete años se comprometía a retirarlos de las tareas de seguridad pública y regresarlos a sus cuarteles.

 

Pero que, como todo aquello a lo que se comprometió para conseguir el voto mayoritario, AMLO no cumplió. Por el contrario, otorgó a generales y almirantes –no a sus tropas– una preponderancia territorial, política y económica jamás antes vista.

 

En ese sentido, Sheinbaum mejor soslayaba el tema.

 

También le dije que en algún momento se vería obligada a abordarlo, aun a sabiendas de que “la guerra es la obra de arte de los militares, la coronación de su formación, el broche dorado de su profesión. ¡Que no han sido creados para brillar en la paz!”, como escribió la chilena Isabel Allende, que de eso sabe mucho.

 

Generalatos

 

Pues ya lo hizo la señora Sheinbaum, a través de algunas de las iniciativas que recién envió al Congreso de la Unión para su inmediata aprobación, sin que las manadas guinda le quiten siquiera una coma.

Una de tales iniciativas que pronto serán ley suprime lo hasta ahora señalado en la fracción IV del 55 constitucional que a la letra señala que, entre los requisitos para ser diputado, los aspirantes al cargo “no (debe) estar en servicio activo en el Ejército Federal ni tener mando en la policía o gendarmería rural en el Distrito donde se haga la elección, cuando menos noventa días antes de ella”, concepto plasmado en la Carta Magna.

 

Pero de ahora en adelante ya no se requerirá ese plazo de tres meses. Bastará con que los miembros de las Fuerzas Armadas obtengan una “licencia especial” de la Presidente, en el caso actual, o incluso solamente del titular de la Defensa y/o Marina –lo que les da a estos una discrecionalidad ilimitada-- sin pasar siquiera por la aprobación de las mayoritarias bancadas guindas en el Congreso. Así, las curules se llenarán de uniformes verde olivo y azul marino. Pero también los escaños. Y ni qué decir de las gubernaturas.

 

Estamos al borde un ¡generalato político!

 

Pero no sólo eso. En el paquete de iniciativas que en periodo extraordinario ahora mismo se aprueban están las que recuperan disposiciones previamente declaradas inconstitucionales por la Suprema Corte, tales como: las operaciones encubiertas, la vigilancia masiva sin autorización judicial y la geolocalización en tiempo real sin medidas de protección. Dichas medidas que llevarán a cabo el Ejército, la Marina y la militarizada Guardia Nacional vulnerarán el derecho a la privacidad y la presunción de inocencia, entre otras muchas garantías individuales que ahora pasarán a la historia.

 

Extender todavía más la jurisdicción militar a funciones propias de tareas civiles prevé una violación a los principios establecidos en la Constitución, además, contradice los estándares y precedentes internacionales en la materia.

 

Así, la militarización iniciada por Felipe Calderón en el 2006 se profundiza en el régimen de Cuarta… Transformación

Y sí, los extremos se tocan.

 

Militares cuatroteros

 

Los nuevos roles de las Fuerzas Armadas otorgan a sus miembros un activismo que contrasta notablemente con la discreta presencia que mantuvieron durante casi todo el siglo XX, cuando se limitaban a brindar apoyo social en casos de emergencia.

 

Todo cambió, empero, a partir de diciembre de 2006.

 

Primero, contra la inseguridad… donde no han brillado, pues la criminalidad continúa creciendo.

 

Luego, tareas administrativas… que han provocado la infiltración de la corrupción entre algunos de sus elementos.

 

Y cada vez más coqueteos con la política, como aquel devaneo del que recién fuera general secretario de la Defensa, Crescencio Sandoval, demandando en memorable discurso lambiscón sumar a todos los militares a la 4T.

 

Edgardo Buscaglia, investigador de la Universidad de Columbia, lo apunta con claridad:

 

“El rol político del ejército se ha venido fortaleciendo a lo largo de los años. Y el rol de las autoridades civiles se ha venido debilitando debido a la fragmentación de la corrupción política que ha causado la delincuencia organizada”.

 

Y agrega en entrevista para la BBC:

 

“Hoy de alguna manera el ejército mexicano se está ‘latinoamericanizando’ en muchos sentidos: está adquiriendo un poder político en relación con las autoridades civiles fragmentadas que antes no tenía”.

 

La militarización de México avanza, se profundiza. Como Felipe Calderón, pero todavía más allá, Claudia Sheinbaum usa y abusa de los militares para salvar a su gobiernito.

 

Ejército y Marina ya son coadyuvantes y/o protagonistas de la dictadura que pretende instaurar aquí el régimen de Cuarta… Transformación.

Hasta que ellos quieran, mejor, tomar el poder político total en sus propias manos.

 

Índicios

 

Ya como Presidente electa y mientras en el Congreso se discutía la adscripción de la Guardia Nacional a la Defensa en septiembre de 2024, la señora Sheinbaum dijo que los organismos internacionales y los mexicanos “no tienen por qué preocuparse. Se van a respetar los derechos humanos, es la fortaleza de una institución y no significa militarización, por más que digan lo que digan. Militarización quiere decir que un mando militar está tomando decisiones. Y en México es un poder civil. Las decisiones las toma el comandante o comandanta suprema de las Fuerzas Armadas”. Meses después repite y repite el mismo poco creíble guion. * * *