
El ahora prófugo Hernán Bermúdez obligadamente debió someterse a los traídos y llevados exámenes de control de confianza, aunque haya quienes como “El Batman” García jamás se haya presentado a uno de ellos, de acuerdo con quienes han seguido minuciosamente la trayectoria del ahora titular federal de (in)Seguridad Ciudadana.
¿Reprobó alguno de ellos el “superpolicía” de Adán López? Seguramente no, pues dichos exámenes son fáciles de burlar, sobre todo por el compañerismo y la “hermandad” que prevalece en ese gremio. Además de que tienen décadas que no han variado por lo que es fácil que “se pasen corriente” entre ellos.
El patrón siempre es el mismo.
Por ejemplo, en el análisis de entorno socioeconómico, el procedimiento es tan predecible que al elemento se le otorga la fecha y el permiso para ausentarse de sus labores y recibir a la persona encargada de la evaluación. En la práctica, la mayoría de los policías consulta días antes a sus vecinas y vecinos para asegurarse de que respondan de manera favorable, y proporcionan a quienes aplican el examen únicamente los nombres y domicilios de las personas afines.
El examen psicológico tampoco representa un gran reto: las preguntas suelen ser las mismas, año con año. Así, es fácil preparar respuestas automáticas: ¿Le gustan las novelas de amor? "No, prefiero leer revistas de mecánica popular y temas de ciencia y tecnología". ¿Le gustan los niños? "No, usualmente temo asustarlos y prefiero mantenerme alejado". ¿Hace ejercicio? "Siempre me ha gustado, pero dejé de hacerlo porque el horario de servicio me lo impide". ¿Bebe alcohol o consume alguna droga o medicamento? "Jamás. Hace tiempo probé la cerveza pero me sentí mal y nunca más volví a probarla".
Y el mentado polígrafo. Muchos dicen que engañarlo es fácil mientras se piensa en sexo, por ejemplo, y siempre se contesta “no” a todo. También con que basta con fruncir las nalgas y el resultado será favorable.
Así y todo, ¿cuántos controles de confianza aprobó Bermúdez?
Y ¿por qué hasta ahora van a investigarlo si las denuncias sobre su actividad criminal datan de hace varios sexenios?
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Desde siempre, el IFE que ahora es INE ha desconfiado de los ciudadanos y, cada vez más, coloca candado tras candado a la identificación que emite su Registro Nacional de Electores.
¿Son los ciudadanos, por sí mismos, quienes defraudan a la voluntad popular mayoritaria o quienes la violentan en cada proceso son los partidos políticos?
Indudable que sí haya compatriotas que falsifique la credencial, pero para propósitos muy distintos a los electorales.
En realidad son los partidos y sus candidatos quienes llevan a cabo los fraudes electorales. El de los “acordeones”, uno de los más recientes, cuando no el uso de sicarios del crimen para amedrentar a funcionarios y votantes, como sucedió en las elecciones estatales a lo largo del Pacífico en el 2021.
En ese sentido, Morena ha superado con mucho a lo que por su parte hacía aquel PRI en sus mejores momentos.
Y ahora que la credencial del INE está a punto de ser desplazada por la CURP biométrica, a doña Guadalupe Taddei se le ocurrió otro negocito. Contratar una empresa que elimine uno de los 40 candados y agregue seis más.
Entre otros de los ya muy mentados candados, ahora también será táctil, pero el plástico será el mismo para que dure diez años… si es que al próximo presidente consejero no se le ocurre un nuevo “bisne” más en el camino, por supuesto.
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A cada escándalo de los morenistas –y créame que no son pocos ni tan infrecuentes--, el oficialismo emprende un show en vano intento por distraer de esos casos al respetable.
En “nado sincronizado”, como les gustaba decir a los guindas cuando ellos servían de diversión, ooootra vez se han lanzado a las turbias y pestilentes aguas de la corrupción que caracteriza la actuación de prácticamente todos los politiqueros.
Hoy escandalizan Adán López y su policía.
Y de inmediato el vocero de la Cámara Baja, ahora más baja que nunca, el también acusado de actos corruptos Arturo Ávila, se echó un clavado para hacer olas que afecten al dirigente del PAN, Jorge Romero, por su presumible participación en la trama que los cuatroteros han bautizado como “cártel inmobiliario”.
Una y otra vez, el dirigente blanquiazul ha negado tener que ver con el asunto e, incluso, ha revelado que no existe ninguna indagación judicial que sea formal que lo afecte.
No obstante, la señora Sheinbaum también dio en su mentiñera de este martes una muestra más de sus habilidades distractoras y, desde la plataforma de Palacio Nacional dio el dificilísimo salto inverso y con giro para, también caer en las ponzoñosas aguas estancadas.
¿Les funcionará esta vez?
¿Con ello la opinión pública relegará a un segundo plano al dúo de tabasqueños?
¿Antes de que esas aguas sucias salpiquen al de por sí ya empapado AMLO?
@AndySKBrown1
* Pseudónimo bajo el que se redactan informaciones aportadas por los colaboradores y lectores del portal Índice Político.