Una tendencia viral entre jóvenes de la generación Z llamó la atención de especialistas en salud mental y nutrición, se trata de los llamados “cigarrillos de nevera”, una práctica que consiste en abrir el refrigerador y tomar una lata de refresco de dieta como forma para aliviar el estrés. Esto se popularizó en TikTok, y de acuerdo con los expertos, es una forma de sustituto emocional.
Jonathan Alpert, sicoterapeuta en Nueva York, explicó que esta rutina funciona como una pausa reconfortante en medio de las largas jornadas. El sonido de la lata al abrirse, la carbonatación y el frío generan una gran estimulación que, según el especialista, puede compararse con el efecto de fumar un cigarrillo. Sin embargo, advirtió que el hábito podría derivar en una dependencia si se utiliza para controlar la ansiedad o evitar el malestar.
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Por su parte, la médica naturópata, Debra Muth, aseguró que esta tendencia representa un cambio de hábito más que una solución. Aunque reconoció que la pausa puede tener un efecto calmante, indicó que el cerebro no busca aspartamo ni nicotina, sino dopamina, por lo que alertó que el edulcorante artificial puede atravesar la barrera hematoencefálica y agotar los neurotransmisores, afectando el equilibrio químico cerebral.
Asimismo, enfatizó que tanto la nicotina como la cola dietética activan las mismas vías de recompensa en el cerebro, generando una sensación de satisfacción que califica como falsa. Por esta razón, la especialista recomienda sustituir este tipo de hábitos por alternativas que realmente beneficien la salud mental, como el consumo de aminoácidos, una dieta equilibrada y estrategias efectivas de gestión del estrés.
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Aunque la bebida no contiene calorías ni azúcar, su consumo frecuente puede tener efectos adversos, ya que este tipo de bebida está asociada a la obesidad abdominal, al incremento del apetito y a una mayor tendencia a comer en exceso, lo que contradice la percepción de que se trata de una opción saludable.
Si bien los “cigarrillos de nevera” pueden parecer inofensivos, los expertos insisten en que es necesario tener en cuenta sus implicaciones neuroquímicas y emocionales, y fomentar prácticas que realmente promuevan un bienestar más sostenible.
